Llegó al Sahara en 1962 y allí vivió «hasta que nos echaron». Por eso, lleva grabado el desierto en la piel y también las sensaciones del sol, la arena y las estrellas de un cielo diferente. Con toda esa experiencia vital, Andrés Ontañón, gallego afincando en Alicante, ha construido su tercer poemario, Jardines que vuelan (editorial Embora), una historia en buena medida autobiográfica en la que a través de los poemas va recorriendo sus experiencias a modo de caminante por el desierto.

«Es un poemario en cierto modo novelado, el prólogo es un poema en prosa poética, algo que hace original este volumen», asegura el profesor, crítico de arte y escritor. «El poemario es autobiográfico pero sin dar nombres, a través de un personaje que va deambulando por el desierto y describe los oasis, las distancias, las tormentas silbantes... y refleja cómo vive ese personaje», destaca el autor que incide en que el poemario se cierra con un epílogo, «en el que el protagonista asume su devenir por el desierto y su condición». Pero, insiste, «no habla de religión ni de política, no trata ni toma partido de la situación del Sáhara», sino que es un «poemario idílico, bucólico, sobre las vivencias de una persona que nace y vive por esa zona con todas sus vicisitudes».

Jardines que vuelan se presenta el viernes 12, en el Teatre Arniches de Alicante, a las 19 horas, con las intervenciones de Paco Domene, autor del prólogo; María Gracia y Ricardo Catarineu, que realizarán una lectura de algunos poemas del libro. «Es una especie de recuerdo cariñoso, una necesidad que sentía por haber vivido allí y haberme pateado muchas veces el desierto».