Desde el pasado 5 de octubre y hasta enero de 2017 y coincidiendo con el fin de la exposición de la pieza del "Orellut", el espacio expositivo del Hall del MARQ alberga una de las piezas arqueológicas más importantes de Altea, "La estela del guerrero"; una estela funeraria de un guerrero íbero encontrada accidentalmente en la necrópolis ibérica de Altea la Vella en 1972.Es de gran importancia en la iconografía ibérica, por ser una de las pocas estelas funerarias antiguas con la representación de un guerrero, equipado con su propia panoplia bélica.

La estela de Altea la Vella se enmarca dentro de las manifestaciones culturales funerarias propias de la Edad del Hierro, siguiendo influencias anteriores y de su propio tiempo. Manifestaciones derivadas de la dinámica interna de la propia sociedad y de los contactos culturales con otros pueblos, del interior peninsular, del centro y norte de Europa y, especialmente, de la vía de intercambio y de encuentro que es el Mediterráneo.

La estela funeraria es símbolo de la inmortalidad que buscó el personaje enterrado bajo ella, con la intención de perpetuar su memoria y asegurarse la vida de ultratumba. Los elementos que se representan son símbolos de jerarquía del héroe al tiempo que, cargados de simbología religiosa, le aseguraban la protección a él y a todos los que se le acercaran.

Está realizada en piedra arenisca de grano fino, muy porosa. Mediante un grabado de incisión y fricción se representó de manera esquemática la panoplia propia de un guerrero, de un hoplita. En ella podemos distinguir elementos como una espada con empuñadura de antenas y hoja recta, un cuchillo afalcatado de uso personal, un posible guante o manopla, un hipotético linothorax o coraza hecha de capas de lino, el cinturón de apariencia samnita de lámina de bronce y las grebas de protección para la espinilla. Todos ellos, elementos símbolo de estatus y prestigio para su poseedor.