Crevillent reza por sus difuntos en la silenciosa Procesión de Penitencia

Multitudinario y sobrio cortejo de la hermandad del Cristo tallado por el escultor Mariano Benlliure con más de 200 participantes

Los penitentes portaron ayer sobre sus hombros el Cristo de Difuntos y Ánimas de Benlliure. | INFORMACIÓN

Los penitentes portaron ayer sobre sus hombros el Cristo de Difuntos y Ánimas de Benlliure. | INFORMACIÓN / V.L.DELTELL

La austeridad y el recogimiento fueron anoche una vez más protagonistas en el oscuro discurrir de la Procesión de Penitencia, organizada por la hermandad del Cristo de Difuntos y Ánimas. Más de 200 fieles participaron en un evento que atrae a decenas de fotógrafos y a miles de personas para contemplar la belleza del Crucificado obra del popular escultor Mariano Benlliure. Al finalizar el cortejo los crevillentinos, dirigidos por el reverendo Joaquín López Serra, canciller-secretario de la Diócesis de Orihuela-Alicante, elevaron una oración por sus difuntos, en un acto que estremece por la sobriedad de los hábitos cistersienses de los hermanos penitentes y por la tenue luz que emana de sus antorchas.

Un momento previo a la procesión en el interior del templo de Belén. | INFORMACIÓN

Un momento previo a la procesión en el interior del templo de Belén. | INFORMACIÓN / V.L.DELTELL

La procesión fue precedida por un instante de oración que los penitentes realizaron en el interior de la parroquia de Nuestra Señora de Belén. Con el Cristo presidiendo el acto, el sacerdote encargado de hacer lo propio en el cortejo invitó a la reflexión de los hermanos en torno a la Pasión de Jesús.

A las 22.30 horas se abrían las puertas del templo para que pudiera darse salida al cortejo. La plaza de la Constitución era un murmullo. Miles de crevillentinos esperaban ver la imagen del Cristo portada a hombros directamente, sin trono. Muy cerca de los espectadores, que casi pueden tocarlo.

En oscuridad casi total, los penitentes comenzaban a encender sus antorchas y a caminar al ritmo del timbal y de la campana de madera cuyo tosco repicar guía sus pasos.

Composición

Abría el cortejo la cruz-guía obra de Fernando Mayoral y, justo detrás marchaban los niños y niñas del colegio Nuestra Señora del Carmen, cuyas juveniles voces daban luz a los presentes. En la dirección de la masa coral, el crevillentino Joaquín Fuentes.

Con un intenso olor a incienso y con un respetuoso silencio entre los presentes, la procesión avanzó por las calles Purísima, Asunción Lledó Martínez, José Manuel Magro, plaza Doctor Mas Candela, San Francisco, Peine y Blasco Ibáñez, para ir a parar de nuevo a la plaza de la Constitución, donde se realizaba el rezo por los fallecidos en Crevillent durante el último año. Ya eran pasadas las 12 de la noche cuando finalizaba el acto. El Cristo de Difuntos y Ánimas había paseado por el centro de la villa acompañado por el Coro Voces Graves de Crevillent, dirigido por José Alberto Aznar.

Un año más, la también conocida como Procesión de los Sacos, por los hábitos rudos que portaban los fieles antiguamente, servía de origen para que los crevillentinos se apresten a vivir su Semana Mayor.