Ofrece aspectos de interés y a tener presente y si bien lleva algunas propuestas violentas demasiado lejos en aras a atrapar a un auditorio más amplio, no llega a difuminar por completo sus alicientes.

Representa, además, una mirada pesimista y terrible de un futuro muy cercano, nada menos que el año 2023, visto desde la óptica de una violencia desmesurada que se ha adueñado de Estados Unidos y de unas autoridades que en aras a conseguir, al precio que sea, la disminución de la delincuencia permiten durante doce horas de un día cada año lo que se ha denominado «la Purga».

Se trata de dar vía libre al crimen y al delito a los ciudadanos, de forma que durante ese periodo de tiempo ni la policía ni las ambulancias actúan y todo los crímenes quedan impunes. Un fenómeno que a la postre se ha convertido en una especie de cacería humana en la que los ricos se ensañan con los pobres con absoluta impunidad. Es la segunda parte de The Purgue: La noche de las bestias, que se estrenó en 2013 y que se convirtió, pese a su modestia y escaso presupuesto, en un producto sorpresa en la cartelera norteamericana.

El mismo director y guionista, James DeMonaco, un ilustre desconocido que solo había realizado una cinta previa, Staten Island, retoma la trama para continuar su visión de una sociedad degradada al máximo que encuentra una vía de escape a sus ansias criminales en la insospechada medida del nuevo gobierno, los denominados Nuevos Fundadores de América (NFA), que establecieron la Purga en 1917 y que la mantienen seis años después.

La diferencia esencial es que esta continuación observa el tema desde la propia calle, cuando la primera lo hacía desde los ciudadanos encerrados hermeticamente en sus casas defendiéndose de los ataques del exterior.