Es tan intrascendente como entretenida y representa a ese cine comercial vasco digno que trata de abrirse paso con dificultades sin renunciar a sus señas de identidad. Rodada en euskera, con versión castellana fuera de Euskadi, se ha presentado en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián y su principal mérito es que aborda un tema dramático desde una óptica de comedia.

Un empeño que ha tenido resultados desiguales, con momentos acertados y otros en las que se abusa del embrollo sin la suficiente eficacia. La han dirigido dos actores y directores vascos, Patxo Tellería y Aitor Mazo, que debutaron en la realización en 2009 con La máquina de pintar nubes, que buscan una especie de tercera vía entre el cine de consumo y otro plenamente vinculado a sus raíces. Esta es una de las pocas muestras de este ámbito que se estrena en las pantallas alicantinas. Lo más destacadode la cinta es que consigue evitar el riesgo del ridículo con evidente habilidad, de forma que el hecho de que la protagonista, María, tenga una enfermedad coronaria incurable que ha puesto un límite a su vida, apenas unos meses, la decisión de hacer fluir en estas circunstancias el humor y el desenfado no se viene abajo. Para evitarlo se ha recurrido a un argumento convencional en este terreno pero con una cierta capacidad de encanto. Todo es fruto del deseo de Xabi de hacer feliz a su amiga en los últimos momentos de su vida, motivo que le lleva, sabiendo

que ella está enamorada de él, a fingir que él también siente la llamada del amor. El problema es que para ello tiene que montar un tinglado de mentiras realmente delicado, ya que debe justificar ante su novia, la catalana Nerea, que debe desplazarse al Paìs Vasco, donde se encuentra María, por motivos laborales durante tres meses. Hay en el guión soluciones ocurrentes e ingeniosas que suscitan la sonrisa, si bien la cinta tiene altibajos por el deseo exagerado de ser efectivos en el plano del humor.