Puede que el término fracaso sea algo exagerado, especialmente porque en la parte final se corrigen algunos errores y el relato cobra algo de vitalidad, pero en ningún caso esconde una realidad palpable y es el casi total desaprovechamiento de un cúmulo de ingredientes realmente privilegiado, desde un reparto de lujo que incluye a Ryan Reynolds, Kevin Costner, Tommy Lee Jones y Gary Oldman, con el español Jordi Mollá en segundo plano, hasta un rodaje en Londres con un presupuesto de más de 31 millones de dólares.

Por eso queda muy claro que esta cuarta película del director Ariel Vromen, tras 'Rx', 'Danika' y 'The Iceman', las tres inéditas en España, no satisface unos objetivos que ponían como prioridad absoluta recrear la supuesta realidad del espionaje y por ende la actuación de la CIA en una capital inglesa infestada de agentes camuflados. Decepcionante, sobre todo, porque atraviesa fases que no excluyen el aburrimiento, la cinta debe también hacer frente a unos planteamientos ingenuos que contaminan por encima de todo a un veterano con lesiones cerebrales, Jerico (encarnado por Kevin Costner) que tiene aún madera de héroe y puede eliminar a enemigos mucho más jóvenes y eficaces.

Por el contrario, hay datos que sí reclaman la atención, entre ellos el poder transferir recuerdos y secretos de un espía fallecido a un convicto que podría ultimar el trabajo. Elementos propios de la ciencia-ficción que toman cuerpo cuando muere un miembro de la CIA muere y la Agencia se empeña en la misión de asomarse al universo de la memoria y de la identidad a través de un control mental

que se vale de la genética.

Con un cuarto de hora inicial repleto de acción, que culmina con la muerte del agente Pope, la tarea consiste en proseguir su labor, persiguiendo a un hábil hacker, El Holandés, que tiene en su haber secretos demasiado relevantes y que amenaza con quedarse en su poder con buena parte del armamento del ejército norteamericano. La alarma es inevitable en una situación tan delicada y de ahí que el jefe de la CIA en Londres se pone al frente de la operación consiguiente, reclutando a un neurocirujano, Francks.