Vuelve a mostrar la consabida irregularidad de un Ridley Scott capacitado para el mejor cine, con títulos de la talla de «Blade Runner» o «Alien», pero también par productos irrelevantes o poco estimulantes. Esta cinta hay que situarla entre las decepciones, más aun cuando contaba con ingredientes notables, tanto el guión del novelista Cormac McCarthy, el autor de «No es país para viejos» en su primer trabajo directo para el cine, como el lujoso reparto con doble presencia española, un Javier Bardem menos inspirado de lo habitual y una Penélope Cruz sin su acostumbrada intensidad. El caso es que Scott no ha logrado aportar al relato la coherencia necesaria para que el universo que refleja, el de los narcotraficantes y la terrible violencia que generan, adquiera la dimensión necesaria.

Y aunque Michael Fassbender es el mejor del reparto, su personaje tampoco raya a la altura que sería de desear. Aunque el título aluda al «Consejero», la realidad es que se trata de un abogado, un profesional brillante que comete el error de aceptar una propuesta que le introduce en un ámbito en donde la vida carece de valor y la muerte es la moneda de cambio que utilizan, con una crueldad desmedida, los sicarios que se mueven a sus anchas. A partir de esa decisión, su existencia transitará por territorios ajenos y peligrosos que determinan su futuro y, especialmente, su r elación sexual con la bella Laura. Frente a él, el narcotraficante colombiano Reiner vive a tope consciente de que su suerte puede estar echada.

El cuarteto protagonista se completa con la norteamericana Malkina, que es la que contempla con mayor lucidez un escenario sangriento con reiteradas referencias a Ciudad Juárez, cerca de la frontera norteamericana.

El estilo peculiar y único de Scott se manifiesta de forma ocasional, con secuencias impactantes que dejan ver su clase, si bien no permiten entrar de lleno en los pormenores de un marco tan de- generado por la falta de claridad que desprende la trama. Algo parecido sucede con los diálogos, que son espléndidos en determinadas situaciones, pero un tanto pedantes en otras. Sorprende la referencia, más documentada de lo que se podía esperar, al poeta español Antonio Machado.