Se apoya casi por completo, sin llegar a superar sus limitaciones de origen, en la profesionalidad y en el buen hacer del tragicamente desaparecido Robin Williams, fallecido en 2014, y aunque no es su última película, sí lo es si se tiene en cuenta únicamente las que hizo de protagonista. El que nos diese trabajos tan inolvidables como El indomable Will Hunting, que le valió el Óscar al mejor actor de reparto, Mrs. Doubtfire y El club de los poetas muertos, efectúa aquí una labor genuinamente suya en la que combina con eficacia y soltura el drama con el humor, manteniendo un equilibrio perfecto en un cometido de sumo riesgo.

El problema es que partía de una base no muy sugestiva que hacía muy difícil lograr resultados demasiado positivos. Esta nueva versión de una cinta israelí, Mar Bam, escrita y dirigida en 1997 por Assi Dayan y no estrenada en España, insiste en un tema muy socorrido, el del individuo al que se le diagnóstica una enfermedad que solo le permite unas horas de vida. Un recurso ya de por sí con pocos alicientes que ha sido llevado a la pantalla con limitada efectividad por un Phil Alden Robinson que nunca rebasó los peldaños bajos de la dirección.

Con una lógica base dramática, pero con frecuentes recursos a la comedia, la cinta entra en materia desde la primera secuencia, cuando Henry Altmann, un hombre que no sólo tiene como otros muchos algunos malos días, es que cada día tiene uno. De ahí su humor agrio y su actitud depresiva, incrementadas con las inexistentes relaciones con su hijo y la crisis con su esposa.

Por si no fuera suficiente una doctora le diagnostica un aneurisma cerebral incurable. Y aunque trata de resistirse a la exigencia del paciente de que le diga cuanto tiempo le queda de vida, finalmente y por quitárselo de encima le asegura que solo hora y media. Todo indica que su existencia va a dejar tan solo huellas de un fracaso en todos los ámbitos.