Hace aguas por todas partes y solo los minutos iniciales, que abren una vía a la imaginación y a un concepto distinto de las relaciones entre los empleados de una empresa, rompiendo los esquemas protocolarios y la cadena de mando, prometen ingredientes jugosos que acaban en la nada más absoluta. De hecho, lo que sucede es que la vulgaridad campa a sus anchas, sustituyendo los comentarios de tipo laboral, vinculados a la crisis y a la amenaza de despidos masivos, por los de un sexo barriobajero y burdo en dosis masivas.

Hasta tal extremo que sería difícil encontrar un producto más devaluado en la filmografía de Jennifer Aniston y Jason Bateman. Ambos, como todo el resto del reparto, están fuera de control e inmersos en una orgía infestada de mal gusto. No hay que tener demasiada imaginación para entender que estamos metidos en los bajos fondos de la comedia y que los directores, Josh Gordon y Will Speck, que hacen cine juntos desde que rodaron en 2007 'Patinazo a la gloria', que fue seguida tres años después por 'Un pequeño cambio', no brillan en este ámbito como sería de desear. Y eso a pesar de que han contado con un reparto más que aceptable, aunque eso sí, fuera de órbita.

Parecía, sin embargo, que podía sacarse partido del guión, que nos sitúa en fechas cercanas a Navidad, cuando los dos máximos responsables de una sucursal de la empresa Zanotek están ultimando los detalles de una macrofiesta de la firma a la que están invitada toda la plantilla sin distinción de cargos o responsabilidades. Se trata de que en ese acto se hable con sinceridad y sin tapujos de los problemas de cada uno, derribando el sistema de «castas» que el resto del año prevalece en las relaciones entre los empleados. Desgraciadamente, la hermana del director de la sucursal, que no es otra que la Aniston, no está por la labor e impone su categoría no solo suspendiendo la fiesta, sino efectuando unos cuantiosos recortes en la plantilla. Es el momento de que la lucha por el poder se abra paso.