Un reto complejo, difícil y arriesgado que ha sido solventado con enorme profesionalidad y con un dominio notable de todos los resortes narrativos del cine. Es por ello, un espectáculo fascinante e inquietante, con un componente visual extraordinario, que convierte al espectador en astronauta y le anima a efectuar un viaje peligroso y lleno de dificultades en ese espacio infinito donde la soledad prevalece y donde no hay oxígeno y es imposible la vida. Uno de los pocos títulos, dicho sea de paso, que justifican la alternativa de la copia en 3-D, que contribuye a incrementar el tono de epopeya viajera con sensaciones que se sienten plenamente.

Con menos de 90 minutos, dos únicos personajes y un relato que pone a prueba la capacidad de maniobra de unos astronautas sumidos en una situación límite, se ha elaborado un producto que no decae ni un solo momento. El mérito hay que atribuírselo, por encima de todo, a un brillante cineasta azteca, Alfonso Cuarón, que ha certificado previamente con creces sus cualidades en el plano de la sintaxis y de la elaboración de historias. Nominado al Oscar por Y tu mamá también e Hijos de los hombres, es autor, asimismo, de Harry Potter y el prisionero de Azkaban y de una adaptación espléndida en 1998 de Grandes esperanzas de Charles Dickens. Inmiscuyéndose ahora en un ámbito ajeno, ha jugado todas las bazas, incluyendo las de producción y guionista, esta última con la colaboración de su hijo Jonás, para que su mirada al espacio y al conflicto que surge más allá de nuestro propio planeta nunca pierda sus señas de identidad.

Lo que sucede en la cinta es fruto de la propia y desordenada actividad humana, ya que como señalaba el mismo director, la basura de misiones anteriores y satélites difuntos han formado un campo de escombros que puede causar el desastre en un instante. Y eso es lo que les sucede a la astronauta novata Ryan Stone y a su jefe, el muy experimentado Matt Kowalski, que se ven en una situación desesperada cuando trabajando en una rutinaria misión espacial se ven sorprendidos por una lluvia de objetos procedentes del impacto de un missil con un satélite artificial. Ambos son puestos a prueba y deberán valerse de todos los recursos a mano para intentar sobrevivir. Las conversaciones con la NASA, en el comienzo, los diálogos entre Ryan y Matt después, cuando tratan de apoyarse mutuamente, y los pensamientos en clave de monólogos de los dos supervivientes permiten a Cuarón enriquecer la trama.