Examina con enorme precisión las secuelas que deja en las mujeres la estancia durante seis meses en una misión bélica en Afganistán, observando las consecuencias que la experiencia ha conllevado en el plano psicológico. Un tema poco abordado por el cine hasta ahora, que permite a las dos directoras, las hermanas Delphine y Muriel Coulin, entrar en un decorado nada previsible y sumamente delicado que arrastra intensos debates dramáticos.

Aunque la inmensa mayoría de los voluntarios son hombres y solo hay tres mujeres, la película fija su atención de modo evidente en el componente femenino, que es mucho menos conocido y que permite al espectador conocer de primera mano una realidad ciertamente llamativa. Por eso, porque abre vías de exploración nuevas y sabe definir los personajes, recibió el Premio al mejor guión en la sección 'Una Cierta Mirada' del Festival de Cannes. Se trata, y no debe olvidarse, del segundo largometraje que realizan las Coulin, que se dieron a conocer en 2011 con 17 filles.

Basándose en documentos reales y en situaciones que forman parte ya del esquema operativo del ejército, los responsables de la cinta que han terminado sus misiones en puntos conflcitivos sobre todo de Irak, Afganistán y Siria reciben como «compensación» el regalo de una estancia de tres días en un hotel de lujo -en este caso particular en un establecimiento de Chipre, para poder desconectarse del ambiente en que han vivido durante seis meses y ser tratados como afectados de descompresión.

El propósito es que mediante esas horas que conectan con los turistas, las playas y un entorno «diferente» puedan olvidarse de aquello que tanto daño les ha hecho en los últimos meses. No es un lavado de cerebro pero puede contribuir a superar las heridas psicológicas de los campos de combate. En este caso el objetivo de la cámara elija a la mujer como protagonista pone de manifiesto no sólo su condición sexual, también la forma peculiar en que ellas, que se alistaron voluntariamente en el ejército, enfocaron un asunto que parecía reservado en exclusiva a los hombres. El problema, sin embargo, es que todas ellas serán víctima del machismo y del sexismo pese a estar bajo el amparo de las leyes castrenses.