Alcanza cotas realmente subversivas, como no se habían oído hasta ahora en un largometraje norteamericano, en materia de diálogos sobre sexo deliberadamente vulgar, rompiendo los esquemas típicos de un cine de animación que aquí, y por vez primera en un producto de presupuesto más que estimable, está destinado a un público adulto.

Se vale de una fórmula que tiene influencias de los diálogos de las comedias desmadradas de ambiente universitario, aunque en este caso con tendencia a llevar al límite y con un grado de reiteración exagerado una terminología que alude a expresiones como fornicar con todos los sinónimos imaginables. No extraña, por ello, que aunque al principio el humor se deja sentir, finalmente se acabe en una orgía desorbitada que no es modelo de originalidad. Con sobrada experiencia en el cine animado, ya que Conrad Vernon había dirigido éxitos del calibre de 'Madagascar 3: de marcha por Europa', 'Monstruos contra alienígenas' y el nominado al Oscar 'Shrek 2', nadie puede discutirles la gracia y el carácter

picante del punto de partida.

Se trata de seguir los pasos de una salchicha, Frank, que aspira a tener acceso a la verdad de su existencia. Es un tema que los alimentos de un supermercado de alimentación como él solo comprueban cuando son adquiridos por los clientes y efectúan lo que es conocido como un viaje al cielo, ya que suelen acabar inmersos en el seno de un bollo en el que penetran hasta el fondo. Sin embargo, el privilegio de Frank de poder regresar de nuevo a la tienda y desmontar el mito del "viaje" acaba drásticamente con la utopía. Eso sí, no rompe con el sueño del protagonista de poder sucumbir en las entrañas de Brenda, un bollo que anhela alcanzar la felicidad corporal sin límites.

Con esta "fusión", la película consigue solo a medias las metas propuestas. No se trata de llegar más lejos que nadie al aludir a felaciones, penetraciones y a sexo oral y anal, sino de hacerlo de forma ingeniosa