Rescata del olvido a una ilustre y relevante figura del mundo del circo y del espectáculo, Rafael Padilla, que adquirió una gran popularidad y prestigio a comienzos del siglo XX y lo hace con enorme propiedad, salvaguardando los aspectos formales y dramáticos, los primeros mediante una cuidad y magnífica ambientación y los segundos adentrándose en la intimidad de un hombre que no supo asimilar un éxito que le vino de golpe y con una enorme fuerza que acabó desbordándole.

Es el cuarto largometraje del director Roschdy Zem, el primero estrenado en las pantallas españolas, y se trata de una libre adaptación de la biografía escrita por Gerard Noiriel, Chocolat clown negre, que ha contado con dos actores excelentes, el negro Omar Sy, y el blanco James Thierree. En sus 110 minutos la cinta no sólo «resucita» al personaje y nos lo desnuda en el plano ideológico y humano, también nos introduce en sus lugares más íntimos.

Nacido en Cuba a finales del XIX, Padilla logrará abrirse paso en Francia como payaso de un circo gracias a su creatividad y a su amistad con un hombre, Thierree, que además de ser su amigo y su valedor formará con el un dúo cómico que hizo reir a toda Francia. Lo que más chocó al pú- blico, sin duda, fue ver a un negro en los escenarios o en la pista del circo, algo que no tenía precedentes y que formará pareja con un blanco.

En un mundo, aunque fuese la ilustrada Francia, en el que el racismo se dejaba sentir en todas las esferas, de lo que dará sobradas muestras el encarcelamiento del protagonista y la extrañeza que causaba el color de su piel en su país adoptivo, la irrupción de Chocolat, bautizado así por razones obvias, constituirá un verdadero impacto. Por otra parte, la cinta cuenta el itinerario profesional de un hombre que pasó de la noche a la mañana de ser el más modesto y despreciado trabajador de un circo a erigirse en un hombre libre.