Lo de Tom Cruise tiene mérito. Mucho. Todo el del mundo. Ser una superestrella de Hollywood durante más de tres décadas no es poca cosa, al contrario, demuestra una intuición privilegiada, un olfato maestro a la hora de conocer a un público, el suyo, capaz de llenar cines con la simple excusa de ver su nombra en el cartel. Un nombre que, por cierto, aparece casi al mismo tamaño que el título de la película en cuestión. No estamos hablando, ni muchísimo menos, de una carrera inmaculada, echando un vistazo encontramos tropiezos más que importantes, algunos de ellos bien recientes ('Rock of ages', 'Jack Reacher') pero, en general, uno no puede más que admitir la evidencia de que Cruise y taquilla, son lo mismo, que su presencia sigue justificando películas, que los productores ponen la firma, y el dinero, cuando él está dentro del proyecto, que su estatus continúa, cienciologías, divorcios y ataques de entusiasmo desmedido televisado aparte, intacto. Frente a las estrellitas de tres al cuarto que la meca del cine se empeña en crear cómo si de rosquillas se tratase, Cruise es uno de los referentes, uno de los ejemplos a seguir, por constancia, inteligencia y compromiso con su trabajo, el de contentar a un grupo de personas que pagan una entrada para aislarse del mundo exterior.

'Oblivion' es su nueva película. Sí, está dirigida y escrita por Joseph Kosinski, responsable de la infravalorada 'Tron: Legacy', pero este es el espectáculo de Cruise, un traje de ciencia ficción hecho a su medida. Sus fans acérrimos disfrutarán sin descanso, sus detractores experimentaran algo parecido a la tortura. ¿Y los demás? Pues los demás nos encontramos con una cinta futurista con un estilo visual tan apabullante como gélido, tan elegante como reiterativo, que contextualiza de manera poderosa una historia que pretende ser compleja pero que termina demostrando una sencillez común, un revuelto de giros de guion no demasiado sorprendentes situados estratégicamente en una trama lastrada por un ritmo irregular, con demasiados puntos vacíos, lagunas producidas, en parte, por un exceso de duración evidente. Kosinski quiere hacer su homenaje al género metiendo en la coctelera todos los referentes posibles, volcando todas sus influencias, haciendo de 'Oblivion' casi un juego para el espectador atento que puede divertirse buscando las influencias, evidentes, de, entre otras, '2001. Una odisea en el espacio', 'Matrix', 'Star Wars', 'Wall E', 'Soy leyenda', 'Independence Day', y un largo etcétera.

No se trata de algo reprochable, seguramente el género de ciencia ficción sea el más proclive a realizar este tipo de retroalimentación y juego referencial, pero si que deja a 'Oblivion' sin una personalidad propia que la eleve, o sitúe, al nivel de los grandes clásicos. El entretenimiento es relativo, el apartado técnico, deslumbrante, la banda sonora firmada por M83, fantástica, y el tramo final, pese a caer en el lugar más común de todos, es poderoso pero, en conjunto, se trata de un producto situado en un punto extraño, ese que separa el cine complejo, profundo, con aspiraciones artísticas del palomitero, blockbuster primaveral que anticipa el tono de los estrenos veraniegos que cada vez comienzan a llegar antes a nuestras carteleras. Al final, la película puede ser una metáfora de la carrera de Cruise, dividida en cintas de mayor peso dramático y otras destinadas a reventar taquillas, pero (casi) siempre con aspectos interesantes, detalles que justifican una carrera (y un actor) a reivindicar. Como película de ciencia ficción, aceptable, nada extraordinario. Como enésimo ejemplo de carisma y poder Cruise, un género en sí mismo, redondo.