No da la talla en ningún terreno, ni en el argumental ni, por supuesto, en el narrativo y es una de esas operas primas condenadas de antemano porque carece de alicientes de todo tipo y sufren de lleno las consecuencias de la falta de experiencia de su autor, en este caso la realizadora, procedente de la pequeña pantalla, Mari Carrillo.

Lo peor es que sus numerosos defectos conducen a un territorio funesto, el del aburrimiento, fruto de la frágil descripción de unos personajes que carecen de entidad. No es que no exista química entre los protagonistas, que era un factor fundamental para que la historia tomase cuerpo, es que todo está impregnado de un barniz tan ingenuo y puritano que impide que el amor adquiera su verdadera dimensión. De ahí que la comedia romántica se venga abajo y no cuaje ni en uno ni en otro aspecto. Además, el exceso de maquillaje y la impecable peluquería de Paola Verdú, que incorpora a Patricia y que luce un vestuario llamativo, incrementa el tono artificial del producto. Buena parte de él, por otra parte, se rodó en escenarios de Benidorm y la Vila.

Combinación torpe de Ghost y de El cielo puede esperar, comienza con el consabido accidente mortal, en este caso mientras buceaba,

del galán de turno, Miguel, que desafía a su incompetente ángel de la guarda y decide quedarse en el mundo de los vivos, eso sí como fantasma. Así, él ve a todos pero a él no le ve nadie. Bueno, hasta que se produce una conexión vía universo de los sueños, algo que tiene lugar cuando conoce a Patricia, de la que se enamora, que está atravesando un situación poco estimulante con su marido. Ambos verán cómo su amor se va consolidando a través de citas diarias que comienzan cuando ella queda dormida. Si la trama central es poco o nada sugestiva, peor son las paralelas que tratan de colmar los 105 excesivos minutos de metraje.

Sinopsis

Miguel encuentra la muerte en un grave accidente de buceo. Su ángel de la guarda le insiste para que se marche al cielo, pero él se niega y sigue viviendo como fantasma en la tierra, donde conoce a Patricia, una mujer casada con la que entabla relación a través de los sueños. Luis, el marido, desconfía del extraño comportamiento de su mujer y para no gastar mucho dinero en ella, contrata a los vigilantes de la urbanización, que con absurdas estrategias de pésimos espías descubren que ella le está siendo infiel con un fantasma. Luis y Miguel lucharán con todas las armas posibles para conquistar a Patricia