Delata en todo momento, con defectos de diversa índole, sus limitaciones y, sobre todo, la carencia de recursos de su director, un debutante R.J. Cutler, que es también actor y productor y que nunca encuentra el punto idóneo para evitar caer en lo empalagoso y en lo ñoño. Su película, adaptación de una novela superventas de Gayle Forman, no sólo no interesa ni emociona, porque carece de los instrumentos necesario para ello, es que aburre de forma soberana de principio a fin y no desprende la más mínima credibilidad.

Podría decirse que ha tomado lo peor del cine de Zeffirelli, en concreto de un título como Amor sin fin. Para redondear la cosa, los actores tampoco dan la talla, ni la emergente Chloe Grace Moretz, que carece de los aspectos que requería el personaje para ser no sólo un rostro atractivo, ni Jamie Blackley, que no pasa de ser el galán tópico y pedante.

Sin pasar ni un solo instante del relamido toque esteticista que no cuadra con lo que vemos, el director no consigue hacerse con unos seres que no tienen vida propia y que podrían haber formado parte de un folletín de esos que se emiten en la pequeña pantalla en formato de telefilm. No sólo eso, la presunta osadía formal que pone de relieve, que no es otra que hacer que la protagonista asuma en un mismo personaje un doble a partir del momento del terrible accidente que la sitúa al borde de la muerte, de modo que el que es ficticio y al que nadie ve trata de convencer al que se encuentra en coma que luche para sobrevivir, resulta a la vez torpe y casi ridícula. Con tales precedentes no hace falta casi añadir nada más.

En todo caso que el romance entre Mia y Adam, ella una joven apasionada por la música clásica y acomplejada porque no conecta con unas amigas que se mueven en el ámbito del rock y él un apuesto estudiante que trata de complacerla acercándose a Beethoven, no revela ni un ápice de encanto o sensibilidad y que todo aquello que fluye a partir del accidente de coche que ella sufre con sus familia, una sucesión de tópicos, no contribuye a mejorar el panorama.