Su principal virtud es el deseo de estar a favor de ambos lados, judíos y palestinos, de dar la palabra a personajes que nunca tienen la posibilidad real de hablar ni de entenderse. Es cierto que a veces resulta un tanto blanda, con ligeras dosis de ingenuidad, pero por encima de esa circunstancia está el hecho de que se aboga por mirar a este punto conflictivo del planeta con los ojos de la objetividad, por un lado, y de la convivencia, poniendo de relieve que aunque haya atentados y enfrentamientos, incluso bombardeos, también se da una normalidad en la que es posible la comprensión, el diálogo y, sobre todo, la paz. A pesar de todo.

Basada en la novela de Valerie Zenetti, una francesa que vivió en Israel desde los 13 a los 21 años y que la escribió bajo el impulso trágico de un atentado del que fue testigo y en el que murió una joven que iba contraer matrimonio al día siguiente, su texto tenía una estructura epistolar que el director Thierry Binisti y la propia autora han modificado de forma ostensible, añadiendo un toque didáctico al texto y permitiendo que el espectador entre así mejor en el universo personal de los dos protagonistas. Historia sobre la reconciliación que promueve la posibilidad de sentir las emociones de las dos partes en conflicto, se asienta sobre la relación que nace entre una joven francesa de 17 años, Tal, que reside en Tel Aviv con su familia, incluyendo a su hermano, que es miembro del ejercito israelí, y un palestino de Gaza que se hace llamar Gazaman. No se han visto nunca, pero han forjado una amistad a través de internet después de que ella pidiese a su hermano que lanzase una botella con un mensaje en su interior que él ha encontrado en el mar de su ciudad y que no duda en contestar.