El alemán Ralf Köning ha visto como varios de sus cómics creados en torno al mundo gay -"El condón asesino", "El hombre deseado"- han sido adaptados al cine sin que el resultado fuera satisfactorio, por eso asegura que si Pedro Almodóvar se ofreciera a rodar una de sus historias le diría que sí de inmediato.

"Sería una propuesta muy interesante porque las comedias alemanas son cuadriculadas y un director español o inglés lo harían mejor" afirma a Efe en una entrevista este exitoso dibujante que ha vendido más de dos millones de ejemplares de sus cómics desde que dejó sus aspiraciones de carpintero y cogió los rotuladores a principios de los años ochenta.

Aunque lo niegue, sus provocadoras historias le han convertido, quiera o no, en abanderado del cómic gay, por la procacidad y promiscuidad de muchos de sus personajes -reconocibles también por sus grandes narices- y por la forma de afrontar las relaciones sexuales e íntimas, un punto de vista que también le han conllevado críticas de cierta frivolidad, misoginia, y anticlericalismo.

"No me siento abanderado de nada, pero es verdad que empecé a dibujar cómics y escribir historietas del mundo homosexual en una época en la que todo esto era nuevo, y seguro que han servido en la apertura hacia el exterior, pero no por ello soy un abanderado, yo lo que quiero es contar historias, de gays o no", afirma.

Köning (Soest 1960), cuya obra ha sido publicada íntegramente en España por La Cúpula ha pasado por Barcelona como invitado del Salón del Cómic, donde ha podido firmar ejemplares de sus último títulos, sendos recopilatorios uno de las tiras de su pareja "Konrad y Paul" y "Divinos de la muerte", que recoge trabajos sobre los cambios sociales en los años ochenta, una década de la que sus dibujos transmiten cierta nostalgia.

Frente a otros autores que han abordado el mundo homosexual desde lo trágico y el drama interior, el autor de los exitosos "El hombre deseado" (1987), "El condón asesino" o "Lisístrata" se ha decantado siempre por el humor, y aunque le "encantaría" poder hacer algo serio -"todo humorista sueña con ello"- no cree que sus figuras sean las más adecuadas para ese registro.

"Me encantaría, pero ello supondría cambiar mi estilo gráfico, tendría que escribir otras historias y sobre todo reducir el tamaño de las narices de los personajes", bromea Köning, cuyos mitos eróticos como se puede comprobar en su bibliografía son siempre unos fornidos y peludos mocetones mediterráneos.

De todas formas, adelanta que una de las ideas que tiene entre manos es "trágica", al menos para él, ya que quiere abordar la crisis de la mediana edad, que inevitablemente tendrá trazos autobiográficos de sus 53 años.

"Que se vayan preparando los lectores para llorar porque lo tengo en mente", se ríe mientras recuerda cómo fue su juventud, aquellos años ochenta "sin móviles y sin internet era una maravilla" afirma después de que al periodista le suene su móvil en mitad de la entrevista.

Además de su Alemania natal (donde al principio se le intentó vetar por pornógrafo), España y Francia son dos de los países en que sus cómics tiene más éxito, mientras que en el Reino Unido no ha tenido facilidad para encontrar editor, algo similar a lo que le ocurre en Estados Unidos. "Allí da la impresión de que no entienden el humor europeo", se queja.

No obstante cree que se trata un fenómeno generalizado y que en Europa se está produciendo una involución. "Nos estamos americanizando, no sé si al final mi humor se va a entender en ningún lado", concluye.