Los presagios no podían ser peores. El año pasado, Cinema Jove perdió a subvención del Ministerio de Cultura por presentar fuera de plazo la documentación requerida. En plena crisis económica, especialmente severa en cuanto se refiere a los ajustes que están afectando a las iniciativas culturales, el futuro de Cinema Jove parecía en el aire.

Sin embargo, el festival que dirige Rafael Maluenda, y el primero dependiendo del nuevo ente CulturArts, no solo ha logrado sobreponerse a tanta adversidad, sino que ha aumentado su presupuesto. CulturArts ha incrementado su ayuda hasta los 400.00 euros (el presupuesto total declarado en 2012), por lo que el montante total de la presente edición asciende a 542.000 euros.

Versión masculina

Un Cinema Jove sin estrecheces económicas, que tiene a Tomas Alfredson como gran figura internacional. El cineasta sueco visitara la ciudad para recibir la Luna de Valencia, y se ajusta al perfil de premiados buscado en años anteriores. El primer escogido fue George A. Romero, pero a última hora el padre del cine de zombis moderno no pudo confirmar su presencia en Valencia y fue sustituido por Alfredson, que parece una versión masculina de la danesa Lone Scherfig, la directora homenajeada en 2012.

Ambos son, por ejemplo, de procedencia escandinava. También los dos iniciaron su carrera trabajando principalmente en televisión, y tras darse a conocer fuera de su país (en el caso de Alfredson, gracias a la magnífica Déjame entrar, que tuvo remake americano), han rodado en inglés y financiados por la gran industria. El primer trabajo de tales características para Anderson debía ser The danish girl, pero tras muchas tribulaciones, que dejaron el proyecto en dique seco, filmó El topo, notable adaptación de una novela de espionaje de John Le Carré. El ciclo que se le dedica, incompleto y poco riguroso, incluye ambos títulos, otro largometraje (Four shades of brown), un capítulo de teleserie (Bert: The last virgin) y un telefilme (Screwed in Tallinn), que servirán para conocer una mínima parte de su trabajo en Suecia (donde ha rodado varias series y hasta siete telefilmes más).

La competición

Como es habitual, la sección oficial de cortometrajes vuelve a ser referente en el panorama de festivales estatal (aunque entre la profesión sigue levantando suspicacias que un distribuidor de cortos forme parte del comité de selección), del mismo modo que ya se ha convertido en costumbre que no haya presencia española en una competición de largos que por fin acepta formato digital. La cercanía de Málaga es un hecho incuestionable, pero no lo es menos que Los chicos del puerto, cinta de producción valenciana dirigida por Alberto Morais, no estuvo en el festival andaluz.

Hubiera sido una excelente oportunidad para estrenarla (finalmente, competirá en Moscú durante las mismas fechas). Centrándonos en los títulos que sí estarán en Valencia, conocemos siete de los diez que se proyectan. My Dog Killer (Eslovaquia, República Checa) ganó uno de los Tiger Awards en Rotterdam y está dirigido por Mira Fornay. A la manera de Gus Van Sant en Elephant (largos planos secuencia con steadycam siguiendo a los personajes), retrata una sociedad opresiva, racista y violenta a través de un joven de inclinación ultraderechista que descubre que tiene un hermanastro gitano. Actores no profesionales y aire de autenticidad documental para una historia poco original, pero contada con corrección. La paz ganó la competición local en el festival de Buenos Aires y es el último trabajo del dramaturgo y cineasta Santiago Loza. Su tono minimalista (escasos diálogos, descripción del vacío) remite al nuevo cine argentino de los noventa y se ajusta con precisión a la historia de un joven de clase media al taque, tras sufrir una crisis psicótica, busca encontrar su lugar al margen de un entorno familiar asfixiante.

La griega The daughter (Thanos Anastopoulos) es un intento fallido de thriller moral a la americana (secuestro, venganza) con trasfondo sociopolítico (alusiones a la crisis económica), pero se estanca irremisiblemente una vez plantea su sencilla trama. De hecho, parece un cortometraje alargado sin motivo. La coproducción entre Rumanía, Alemania y Francia titulada Matei cold miner supone el debut en la ficción de Alexandra Gulea, cuyo background documental resulta evidente en esta historia protagonizada por un niño desubicado (padres en Italia, problemas de adaptación) en la que resuenan ecos neorrealistas (malogrados por el uso arbitrario de la música).

De Holanda llega The deflowering of Eva van End, debut de Michiel ten Horn en formato de tragicomedia familiar muy claramente inspirada en Todd Solondz (Bienvenido a la casa de muñecas) y Wes Anderson, pero carente de la acidez del primero y la inventiva visual del segundo (pese a algún plano secuencia muy elaborado, como el que cierra la película), por lo que acaba asemejándose mas a las intentonas en la misma onda de producción española.

Abre el festival y es el gran reclamo de la sección a competición La bicicleta verde (Wadjda), primera película de Arabia Saudí dirigida por una mujer, Haifaa Al-Mansour. Una cinta hecha a la medida del publico occidental, que se estrena en España el mismo día que se clausura el festival (Circles (Srdan Golubovic) es una coproducción serbia (con Eslovenia, Alemania, Francia y Croacia) que habla con gravedad del peso del pasado y la reconciliación postbélica, según el explotado modelo puesto de moda por González Iñarritu, lo que explica su éxito en Sundance (Premio del Jurado), su bienintencionado maniqueísmo (Premio Ecuménico en Berlin) y que concentre todos los tópicos de una cinta de sus características (hasta se basa en hechos reales).

Completan la selección la francesa Pieces of me (Nolwenn Lemesle), que reincide en el retrato; Into the dark, debut en largo de Thomas Wangsmo, un drama sobre la culpa ambientado en el crudo invierno noruego, y Loving, del polaco Slawomir Fabicki, que propone una mirada sobre las relaciones de pareja. La decisión ahora queda en manos de los miembros del jurado internacional.