Este bilbaíno de 46 años es uno de los directores con más prestigio del cine español. Películas como 'El día de la bestia', 'Perdita Durango' o 'Balada triste de trompeta' sustentan merecidamente esa creencia. Su nuevo filme, 'La chispa de la vida', aborda ciertos estereotipos que aún perviven y dificultan la relación entre ambos sexos.

El cineasta explica que los protagonistas de sus películas son, a menudo, masculinos porque le resulta más fácil expresarse a través de un hombre que de una mujer. "Mi heterosexualidad me obliga a hacer una enorme labor de imaginación a la hora de explicar los sentimientos de mis personajes femeninos". Un esfuerzo que reconoce esencial para hacer bien su trabajo. De hecho, considera que se ha puesto en la piel de una mujer, "creo que con éxito", cuando dirigió a Carmen Maura en 'La comunidad'.

En 'La chispa de la vida', que narra cómo un publicista en paro queda atrapado por culpa de un accidente y convierte el circo mediático que se crea alrededor de su rescate en una forma de solucionar los problemas económicos de su familia, De la Iglesia juega con el estereotipo del hombre agobiado porque en casa no falte de nada. "El personaje que interpreta José Mota basa su orgullo como hombre en llevar el dinero a casa, para ganarse el respeto de su mujer y de sus hijos, aunque ella, que es mucho más positiva que él, le deja claro que no le quiere por eso, que le importa él como persona, no su éxito o su fracaso. Pero, muy a menudo, en la vida real, esta segunda parte del mensaje queda oscurecida por esa mal entendida dignidad masculina"

Apunta De La Iglesia que la culpa de que tantas relaciones actuales fracasen la tiene el empeñarse en mantener esos tópicos "que están en la calle. Tendría que ser justo lo contrario. Habría que cambiar esto radicalmente. Casi siempre se delegan las decisiones económicas en los hombres, y lo emocional en la mujer. Es absurdo. Habría que compartir de una manera sincera todos los problemas. No desde la igualdad, porque no somos iguales, pero sí de la mano. Y si a uno se le da mejor hacer algo, que lo haga. Desde cocinar hasta traer el sueldo a casa. Que lo hagan ambos o el que tenga condiciones laborales mejores. A las relaciones les falta esa naturalidad. A mí, por ejemplo, se me da muy bien coser botones, luego no entiendo por qué los va a tener que coser mi pareja".

Cuando habla de desigualdad entre hombres y mujeres, se refiere también a la falta de simetría "pero porque creo que el hecho de no ser iguales no es negativo en sí mismo. El hombre suele tener mayor capacidad de abstracción y se mueve en el universo de la lógica frecuentemente. La mujer tiene más capacidad práctica y su mundo es el de la intuición; siempre sabe lo que ocurre a su alrededor, como si tuviera un tercer ojo en la espalda. Pero esas diferencias son las que nos hacen complementarios. Nadie es mejor que nadie en virtud de su sexo. La valía la marcan otros parámetros".

Le parece terriblemente divertido lo que llama el amplio campo de visión femenino. "Te vas con tu chica de cena con amigos y a la vuelta ella, que ha estado en cuatro conversaciones a la vez, mientras tú sólo atendías a una, te pregunta si te diste cuenta de cómo se miraban tal y cual. Que qué te parece que fulano y mengana estén liados o que se haya separado este o aquella. Habéis estado en el mismo sitio, pero no habéis estado haciendo lo mismo. Y tú no te has enterado de nada. Y tienes que hacer una reunión, después de la reunión para ponerte al día. Esto es algo que me fascina de las mujeres".

No es lo único. De adolescente les tenía mucho miedo, "porque tenían –y tienen– algo que yo quería. Por eso apenas tuve amigas". A la hora de enumerar sus "armas de seducción", le surge ese humor negro que le caracteriza. "procuro no oler mal y no decir burradas. Hasta ahí soy de sofisticado. De hecho, sólo soy consciente de haber seducido una vez a los 18 años, y lo hice sin darme cuenta. Y es que ahí está la clave: lo que más fascina y más seduce es el misterio y la no atención".

Apasionado de las mujeres, sólo le molesta de ellas un pequeño detalle: "Es imposible explicarles que te apasiona un juego de mesa o de la Play simplemente porque es divertido. Que no sirve para nada; sólo para pasar el tiempo. No lo acaban de entender".

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