Después del sofocón por ver circular por la red sus fotos desnuda, robadas de su móvil, de su divorcio del emergente Ryan Reynolds, y de su relación vista y no vista con el veterano Sean Penn, Scarlett Johansson encara el 2012 volcada en el trabajo, pero del brazo de su nuevo novio, Joseph Gordon-Lewitt, compañero de Di Caprio en la estupenda Origen.

El año 2011 no le ha sido favorable en ningún sentido, pero el que comienza tiene visos de traer, cuanto menos, un pan bajo el brazo. Lo inicia estrenando Un lugar para soñar, dirigida por el talentoso Cameron Crowe y al lado de Matt Damon, que interpreta al dueño del zoológico en el que su personaje trabaja como cuidadora de animales. Un simpático producto con toque romántico y ecologista que nada tiene que ver con lo que llegará poco después. Su atlética Viuda Negra -una de las heroínas del cómic más sensuales de todos los tiempos- será la única fémina de Los Vengadores en versión cinematográfica, que llegan, pues, cargaditos de testosterona. El personaje, ya presentado en la serie de Iron Man, es el más popular de la carrera de una actriz siempre ligada a títulos más prestigiosos que comerciales a las órdenes de Woody Allen o Sofia Coppola, entre otros, en títulos como Matchpoint o Lost In Translation.

Dueña de una curvilínea silueta y de un sugerente rostro de rotundos rasgos, esta neoyorquina de pura cepa es, a los 27 años, una de las mujeres más deseadas del planeta, lo que le permite ganar una fortuna como modelo. De ese modo, sobrevive sin problemas cuando se embarca en aventuras menos rentables, como sus trabajos discográficos -cada vez mejor encaminados-, o su reciente aparición en los escenarios, en el cartel de Panorama desde el puente, de Arthur Miller. Allí, sobre las tablas, y como niña prodigio, comenzó su trayectoria con tan sólo 8 años.

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