Popular por las series 'Los Borgia' e 'Isabel', el actor madrileño, de 40 años, compagina estos días su labor como intérprete en el filme 'El mal que hacen los hombres', "un sórdido thriller en torno al narcotráfico mexicano", con la dirección de la comedia ácida 'La puerta de al lado'.

¿No dicen que el hombre no es multitarea?

Es falso; voy de acá para allá sin problemas. Y las sesiones de entrevistas me las tomo como terapia porque ahí me doy cuenta de lo que pienso y digo y a lo mejor no debería decir. Pero, en todo caso, bienvenidas sean las opiniones.

¿Esa prevención la extiende a las redes sociales?

Lo de los 140 caracteres tiene mucho peligro, porque como te pille caliente, escribes cosas de las que luego te arrepientes. Más por la forma que por el fondo, la verdad.

Su última película se titula El mal que hacen los hombres...

Es un verso de Marco Antonio, del Julio César de Shakespeare. Cuando me propusieron el filme lo estaba interpretando. Hay señales. El director me dijo que era una mezcla entre Reservoir Dogs, Breaking Bad y Esperando a Godot. Ahí me ganó. Soy un mensajero que entrega paquetes humanos. Unos vivos y otros menos.

Otro hombre cruel. ¿Entiende la supuesta cercanía entre la hombría y la violencia?

Es la zona más oscura del mundo hecho a la medida del varón. Un universo falocrático donde impera la ley del más fuerte y la vida no tiene gran valor. En la frontera mexicana se muere mucho de ajuste de cuentas. La narcocultura es escalofriante.

Usted es grandullón, ¿le habría gustado ser más menudo, para acceder a otro tipo de papeles?

No soy tanto como parezco. Yo deseaba papeles tipo James Dean o Paul Newman, pero me repartieron otras cartas. Ya me llevo bien con esta cara de bestia, pero no ha sido fácil. El actor siempre se imagina como se quiere ver, no como es.

Igual que el resto de los mortales.

No digo que no. En cualquier caso, hacer el animal de mentira te limpia de oscuridades de verdad.

¿Jugar al rugby imprime carácter?

Para nada. Parece un deporte violento, pero no lo es. Es de contacto, pero muy noble. Los jugadores rivales se abrazan y se van de juerga juntos. Eso en el fútbol no pasa.

¿Desde cuándo no juega?

Desde los 19. Me subí a un escenario, y el profesor de teatro me dijo: "Mira a tu compañera", que la tenía al lado, y yo para hacerlo tenía que girar todo el cuerpo, no sólo la cabeza. Me dijo "o el rugby o el teatro". No cabía en escena. Cuando era capitán en la selección española pesaba 108 kilos; era un armario ropero, con el cuello hipertrofiado. Bardem jugaba con los mayores y lo dejó por lo mismo.

¿Qué deportes practica ahora?

Ser padre. Es agotador. Quizá debería haber tenido a mis hijos antes, pero no encontré con quién. Y entreno duro cuando un papel lo precisa.

¿Cómo se siente con 40 años?

Afortunado. Y más joven que mis compañeros de colegio. Vaciarse para dejar entrar personajes en tu cabeza y tu corazón debe de ser terapéutico.