El director de cine francés Ivan Calbérac acostumbra a veranear en España, donde se siente muy cómodo. Un día vio en el Telediario un reportaje sobre una mujer mayor que alquilaba una habitación a un estudiante y de allí nació la idea de ‘El Sr. Henri comparte piso’, un gran éxito en su país.

La película, que se estrenará el próximo viernes en las salas españolas, es una comedia con momentos hilarantes, protagonizada por el veterano Claude Brasseur y la joven Noémie Schmidt, que de hecho es una adaptación teatral de una pieza del mismo Calbérac, que se representó en París durante más de un año y que ya tiene versiones en alemán y japonés.

En una entrevista con Efe, Calbérac, que se dio a conocer en 2002 con la premiada 'Irène', muestra su satisfacción por la buena recepción que ha tenido en Francia su última propuesta, donde ya la han visto más de 500.000 espectadores, y ahora espera divertir y conmover a los españoles con una cinta que "le debe mucho a este país".

Aunque el origen sea una información del Telediario, 'El Sr.Henri comparte piso' transcurre en la capital francesa, donde un gruñón y antipático Henri, interpretado por Brasseur, alquila una de las habitaciones de su casa, empujado por su hijo Paul (Guillaume de Tonquédec), a Constance (Noémie Schmidt), una joven estudiante llena de vitalidad y oriunda de Orleans.

Con la nueva huésped en casa, Henri mostrará su peor cara y llegará a utilizar a Constance para provocar todo tipo de conflictos con la familia de su hijo.

Ivan Calbérac, que dedicó muchas horas a la adaptación del texto teatral al celuloide, remarca que fue increíble contar con Brasseur, un actor al que veía de pequeño por televisión, y que "no se tenía que esforzar mucho a la hora de interpretar, porque es un poco refunfuñón, pero también alguien generoso".

En contraste, y después de un arduo casting, optó por Schmidt como réplica, "una muchacha simpática, un rayo de sol en la vida de un hombre que, ya en su vejez, no ha superado la muerte de su mujer hace treinta años".

La aparición de Constance en la vida de Henri, al final, le "aportará a este hombre luminosidad y feminidad, despertando algo en su interior que ayudará a la joven a ir más allá, a crecer".

En este punto, Calbérac indica que vivimos en sociedades muy competitivas en las que hay una gran presión para tener éxito, pero "lo que de verdad cuenta es que simplemente alargando una mano nos podamos ayudar, nos podamos querer unos a otros". "Eso es lo que nos sienta bien", apostilla.

Provocando sonrisas desde el principio, e incluso algunas carcajadas durante el metraje, el director francés desvela que siempre hace las películas que tiene ganas de ver como espectador y "en la vida y en el cine me encanta reír".

Sostiene que en la risa "hay mucha espiritualidad, porque reímos de nuestras propias limitaciones, de los defectos del ser humano y, por tanto, cuando vemos una comedia, que, de hecho es una tragedia en perspectiva, eso nos permite conciliarnos con nuestra propia naturaleza".

"Reír -prosigue- es aceptar, coger distancia de todo lo que nos preocupa, nos hace bien, diría que es terapéutico".

En la película tiene, asimismo, su peso la música, otra de las pasiones de Ivan Calbérac, porque "es como el lenguaje del alma" y rememora una escena en la que Constance compone ante un viejo piano, lo que provoca que sea "el alma de la chica la que habla, es un lenguaje que va más allá de las palabra".

Preguntado por nuevos proyectos, avanza que está preparando un nuevo filme que tiene que ver con una novela escrita por él, comparada por los críticos con 'Pequeña Miss Sunshine', en la que hay una familia un poco loca que quiere ir a Venecia.

De hecho, el título de la película será 'Venecia no está en Italia' y todavía no sabe si empezará el rodaje este otoño o la próxima primavera.

Calbérac, por otra parte, no rehuye preguntas sobre la situación política francesa o sobre la posibilidad de que Marine Le Pen sea la candidata más votada en las próximas presidenciales, especialmente "porque ha aflorado mucho miedo y el miedo nunca es inteligente". "Pero espero que los extremos no ganen como sí lo hicieron en Estados Unidos hace poco", concluye.