Para formar cualquier letra en braille sólo hacen falta seis puntos. De ahí el título de la nueva película que protagoniza Verónica Echegui, Seis puntos sobre Emma, en la que da vida a una chica ciega obsesionada por tener un hijo. Echegui, que inició su carrera en el cine de la mano de Bigas Lunas, fue candidata en los últimos Goya por Katmandú, de Icíar Bollaín, y hace poco experimentó un rodaje made in USA con La fría luz del día.

¿Cómo fue el trabajo de preparación para encarnar a una joven invidente?

Trabajé con una coach muy buena, Raquel Pérez, y también fui a la ONCE, donde me ayudaron mucho y donde conocí a varias personas, sobre todo a una mujer excepcional en la que me inspiré mucho y que me abrió las puertas de su casa y de su vida. Me intrigaba mucho el mundo de las imágenes. Cómo se forman las imágenes en la cabeza de una persona que ha nacido ciega. Cómo sueñan... Hice todo lo que pude.

¿Se vendaba los ojos en casa?

Sí. Y caminaba con el bastón. Me tapaba los ojos e iba a los sitios sin ver...

Dicen que es un dulce para un actor interpretar a un personaje con algún handicap o cualidad muy marcado, ya sea físico o psíquico...

Sí. Pero también creo que es una gran responsabilidad. Aunque nuestro trabajo como actores no es operar a corazón abierto, es decir, que no tenemos en nuestras manos la vida de nadie, yo sí que me siento responsable. Y por eso quiero hacer justicia para con las personas que vean la película y se acerquen a la invidencia, como es este caso. Creo que mi trabajo, en ese sentido, debe ser riguroso.

¿Cuando superó aquel casting de 3.000 chicas para protagonizar Yo soy la Juani y entró de lleno en el mundo del cine, se vio alguna vez llegando tan lejos?

No me llegué a ver. Soñaba con que me pasara. Como todo en la vida: las cosas nunca son como las imaginas o como lo esperas. Pero para mí ha sido incluso mejor. Porque aunque ha sido diferente, he aprendido tanto que estoy feliz por ello.

Su papel en Katmandú, un espejo en el cielo le puso en la terna de los Goya, pero parece que el camino fue tortuoso. ¿Compensa el sufrimiento?

Sí. Por lo que digo: por el aprendizaje. Volvería a rodar Katmandú. Creo que en una situación extrema o al límite, como fue ésta, realmente es cuando uno se da cuenta de que no pasa nada. Que somos muy fuertes y podemos adaptarnos. Son momentos cruciales para cambiar el chip. Para mí ha supuesto un antes y un después.

Dicen que no hay mayor ciego que el que no quiere ver. ¿Estamos todos ciegos?

Creo que tenemos bastantes cegueras emocionales. Y la verdad es que somos igual desde los principios. Desde que existimos tenemos los mismos conflictos. Yo amo a la vida y a veces veo esto como una especie de una broma macabra. Pienso en lo difícil que es ser humano, tener conciencia de las cosas y darse cuenta de que nos vamos a morir, por ejemplo. Y que todo esto es efímero. Pero bueno, supongo que todo tiene su parte dulce y su parte amarga.

¿El rodaje de La fría luz del día ha cambiado su visión sobre cómo son de distintos el cine en España y en Estados Unidos?

Fue un rodaje diferente a los que se hacen en España en cuanto a que todo era más monumental. Pero, a la hora de la verdad, todo depende del director.

¿No acojona estar al lado del protagonista de La jungla de cristal y del futuro Superman?

Sí. Además, no sabía que el reparto era ése. Cuando hice la prueba con Henry Cavill, salí y le dije a una amiga: «He hecho una prueba con Superman». Y eso que todavía él no lo sabía. Pero fue verlo y decir:«Este tío es Clark Kent». Claro que me acojoné. Cuando me dijeron que estaba Bruce Willis me eché a temblar.

¿Cómo ve la situación del cine español tras el tijeretazo?

Pues con dolor con ganas de ver qué es lo que podemos hacer con lo que tenemos ahora. Creo que lo más práctico es ser positivo y pensar en cómo podemos transformar la situación para poder seguir contando historia y poder seguir rodando. No todo depende única y exclusivamente del dinero. Se pueden hacer cosas con diferentes presupuestos y de diferentes maneras.

Los hay que piensan que los políticos cobran por dar palos de ciego. ¿Lo cree usted?

En política habrá gente muy sacrificada y muy trabajadora e idealista, y luego gente que funciona por dinero. Es verdad que hay que ajustar y que hay gente ocupando puestos que no son útiles. Creo que la política es un espectáculo más. Lo que pasa es que es un espectáculo que, desgraciadamente, nos afecta a todos de manera profunda.