El director Pedro Pérez Rosado ha estrenado en España el largometraje "Wilaya", un retrato de las pequeñas realidades cotidianas que conforman un campamento de refugiados saharauis, donde el papel de la mujer se ve reducido a la formación de una familia.

El escenario de esta película, presentada en Valencia, es una pequeña ciudad de jaimas y casas de adobe en estado de provisionalidad y ayuda permanente, en el que apenas existe la posibilidad de trabajar para subsistir y donde la adquisición de un frigorífico constituye un acontecimiento extraordinario.

En este inhóspito lugar, en el que sus habitantes no logran olvidar su condición de refugiados, se produce el reencuentro entre dos hermanas (Hayat y Fatimetu) cuando una de ellas regresa desde España.

Fatimetu, que ha vivido en Valencia desde los 10 años, descubre progresivamente el modo de vida del campamento y trata de adaptarlo a su mentalidad occidental, descubriendo en este proceso el exiguo papel que cumple la mujer en esta cultura.

"A las mujeres sólo nos enseñan a formar familia", resume Hayat durante la película, un personaje encarnado por Memona Mohamed, educadora social que ha vivido como refugiada y que ha sido premiada por esta interpretación en el festival de Abu Dhabi.

"Las mujeres son las grandes desconocidas" de los campamentos de refugiados, apunta el director, quien combina un esbozo de este particular universo con su introspección en el apartado femenino, consciente de que resulta "políticamente incorrecto" para los más viejos.

Sin embargo, estos campamentos, que permanecen aislados desde hace 37 años, han visto nacer ya a su tercera generación, y la llamada del mundo occidental ha abierto un enfrentamiento entre dos culturas, aspecto que el director trata de plasmar a través de los jóvenes que aspiran a dejar una tierra que no reconocen como propia.

"Al principio aceptas esta realidad como parte del mundo, pero después viajas a España o a otro país y descubres algo tan común como los grifos. Al regresar piensas que tu vida es un castigo en medio del desierto, porque en realidad el mundo no es así", relata Memona Mohamed.

"Tenemos esperanza e inquietudes, la mayoría tiene estudios, pero no sirven de nada porque no hay trabajo. Los campamentos no son nuestra tierra, es algo que vas descubriendo poco a poco. Nuestra identidad como pueblo es lo único que nos mantiene", añade la actriz Ainina Sidagmet, autora además de la banda sonora original, premiada en el Festival de Cine de Málaga.

La película, que fue seleccionada para la última edición de La Berlinale, donde según su director tuvo una gran acogida, trata de mostrar esta "terrible y compleja realidad", donde, a pesar de todo, sus habitantes intentan vivir con dignidad. EFE