El turismo rural alicantino claudica ante la competencia de la costa con una ocupación de solo el 60 %

El sector no ha logrado consolidar el incremento de clientela registrado a raíz de la pandemia y vuelve a las cifras anteriores a la crisis sanitaria

Una empleada del hotel Masía la Mota acondicionando una habitación.

Una empleada del hotel Masía la Mota acondicionando una habitación. / JUANI RUZ

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Se las prometían felices los alojamientos rurales de la provincia de Alicante cuando, a raíz de la pandemia, su ocupación creció de forma exponencial. Eran turistas habituados a ir a la playa que en aquellos momentos decidieron apostar por la tranquilidad y la mayor sensación de seguridad que ofrecían los destinos de interior. El reto, por tanto, estaba depositado en consolidar esa mayor afluencia, algo que, a la vista de los datos que se manejan en la actualidad, no se ha conseguido al regresar con toda su fuerza la competencia de la costa. Y es que la ocupación prevista para esta Semana Santa apenas supera el 60 %, una cifra muy similar a la que venía siendo habitual antes de la crisis sanitaria. El sector confía en que las reservas de última hora puedan ayudar a mejorar estas previsiones, aunque ni mucho menos se alcanzarán los registros deseados.

La pandemia de covid tuvo un fuerte impacto sobre el turismo, que se vio fuertemente perjudicado como consecuencia de los cierres forzados y las rígidas normas que fueron imponiéndose tanto desde el Gobierno central como desde el autonómico con el objetivo de evitar contagios. Sin embargo, y dentro de ese contexto tan adverso, los alojamientos rurales lograron capear mejor la situación, beneficiándose de la afluencia de clientes que renunciaron a sus destinos habituales de costa para adentrarse en el interior en busca de lugares menos concurridos y en contacto con la naturaleza.

Fue tal la actividad que, en épocas tan señaladas como la Semana Santa, los establecimientos del ámbito rural llegaron a alcanzar una ocupación nunca vista, de hasta el 90 %, que incluso se logró mantener no solo en los momentos inmediatos a la irrupción de la pandemia, sino también a posteriori, cuando todavía perduraba en el ambiente cierto miedo a los contagios.

Pero eso, tan reciente, ya forma parte de la historia, dado que la paulatina mejora de las cifras del turismo de la costa ha coincidido en el tiempo con una regresión de las del interior. Hasta el punto de que, de cara a esta Semana Santa, la ocupación se sitúa alrededor del 60 %. Así lo señala el nuevo presidente de la Asociación Provincial de Turismo Alicante Interior, Ramón Reche, quien reconoce que, efectivamente, una parte importante de los clientes ha decidido regresar al que era su hábitat habitual en la playa. “Siempre hay un público que huye de las zonas más masificadas y que se decanta por la tranquilidad, pero, evidentemente, no es el mismo que llegamos a tener tras la pandemia”, lamenta.

De cualquier forma, las cosas van por barrios, y los porcentajes de actividad son dispares dependiendo de los establecimientos. En el hotel Masía la Mota, en la Font Roja de Alcoy, su propietaria, Indira Amaya, explica que “apenas tango ahora mismo un 30 % de las habitaciones reservadas. Nos sucede que, cuando vienen puentes o fechas vacacionales más o menos largas, la gente prefiere irse a las playas o a destinos más lejanos”. Mejor lo tienen, sin embargo, en el hotel Alahuar, en la Vall de Laguar, donde estos días ya se encuentran al 60 %, una cifra que ya se acerca al 70 % de cara al fin de semana.

Cae la demanda de viviendas en los pueblos

De la misma forma en la que los alojamientos rurales incrementaron su actividad a raíz de la pandemia, también la demanda de viviendas registró un repunte en los pueblos. Un interés que ahora ha decaído, según se pone de manifiesto en un estudio del portal inmobiliario Idealista.

El crecimiento de la demanda, en concreto, alcanzó su culmen en la primavera de 2021, cuando en la provincia de Alicante el 5,5 % de todos los contactos a anunciantes en este portal se producían con relación a inmuebles situados en municipios de menos de 5.000 habitantes. Tres años después de este pico, ese apetito por el mundo rural parece haber menguado, ya que solo el 4,8 % de todos los contactos son sobre viviendas en estos pueblos, lo que supone siete décimas menos.

La evolución ha sido muy similar en el conjunto de España, toda vez que, en términos generales, se ha pasado del 5,8 % de los contactos en 2021 a 4,7 % en la actualidad. Ha sido en las provincias más despobladas donde este fenómenos más se ha notado, ya que en Cuenca el 46,8 % de todos los contactos llegaron a ser en estos pequeños municipios, y ahora mismo solo suponen el 29 %. Le sigue Teruel, que pasó del 48,8 % al 35,9 % actual; y Huesca, del 48,5 % al 35,6 %.