Que la dieta influye en la salud es obvio, y todos somos conscientes de ello. Ahora bien, que la dieta influye en nuestro entorno ya no parece tan claro. La verdad es que lo que comen millones de personas tiene una repercusión enorme sobre el medio ambiente. Por suerte, muchas de las normas de la dieta equilibrada coinciden con las de dieta sostenible. Las siguientes son un buen ejemplo.

Planificación y compra inteligente

No sólo es imprescindible para que la dieta sea variada y equilibrada, sino también para evitar desplazamientos inútiles y compras compulsivas que a menudo se acaban tirando. No olvidemos que en el mundo civilizado se tira casi el 30% de la comida que se produce.

Dosis adecuadas

Comer la cantidad que necesitamos según la edad y las características personales favorece la buena salud, evita excesos y carencias y, por supuesto, evita el lamentable desperdicio de alimentos.

Elegir alimentos del tiempo y de proximidad

Es evidente que un alimento importado tiene un coste ecológico mucho mayor que uno local. Además tiene en general un menor valor nutricional. Elegir naranjas como fruta es distinto que elegir fresas del otro lado del Atlántico en pleno mes de febrero.

Elegir alimentos frescos

Los alimentos frescos no sólo conservan más nutrientes y son más sanos, sino que son más sostenibles que una conserva o un alimento manufacturado.

Dosis mínimas de carne

Esta norma beneficia claramente nuestras arterias y a nuestro planeta. No hay que olvidar que la explotación ganadera en el mundo, entre otras cosas, emite un 18% de los gases que producen el efecto invernadero.

Cocina sencilla

No sólo es la más nutritiva y sana, es también la más sostenible. Cocciones básicas, cortas y con alimentos locales. Dejemos las sofisticaciones culinarias para los grandes chefs.