Crujientes, suaves, pegajosos, intensos... Los baklavas se preparan con masa filo bañada con miel, mezclada con una capa de margarina derretida y nuez picada. Aunque no hay un acuerdo sobre el origen de estos pastelitos, se cree que fueron los asirios de la antigua Mesopotamia quienes dieron con la receta, mientras que los griegos habrían sido quienes consiguieron que la masa tuviera capas tan finas como una hoja.

En España, cada vez hay más adeptos a este postre dulcísimo, y en muchas ciudades se encuentran verdaderos templos de la repostería árabe, que elaboran unos baklavas que, si el consumidor cierra los ojos, le llevan a un mercado típico de Estambul, Atenas, Beirut o Jerusalén.

La pastelería Príncipe, situada en el barrio barcelonés de Gràcia, es uno de los espacios que llevan más tiempo ofreciendo este postre. Los barceloneses están enamorados de los baklavas de Mostaza Nakoh, el propietario de la pastelería y el que se encarga de elaborarlos. Lleva 30 años en el negocio, vistiendo el escaparate de Príncipe con los colores llamativos que lucen las más de quince variedades. ¿El secreto? "Ingredientes de calidad", dice. Pero en realidad, sus manos también tienen mucho que ver.

Adentrarse en el barrio de Lavapiés significa recorrer uno de los espacios más multiculturales de Madrid. Allí, la cultura culinaria árabe se ha hecho una referencia y, en sus calles, se encuentra uno de los rincones de Oriente Medio más singulares de la ciudad. Se trata de la pastelería Salamat, un espacio pequeño y sencillo donde -opinan muchos- se venden, a peso, los mejores baklavas de la ciudad. Su clientela, afirman en el establecimiento, la forman fundamentalmente personas de origen español con ganas de experimentar con otros sabores.

En Valencia el templo del baklava es la pastelería artesana siria Reina Cleopatra. Aunque la tienda se denomine siria, los postres que vende son típicos de toda la cultura árabe. Ibrahim Kobes, propietario y repostero, empezó en 1985 con su primera pastelería en Barcelona hasta que, en el 2012, se trasladó a Valencia. Sus baklavas artesanales están hechos con ingredientes completamente naturales y triunfan entre los valencianos.

No en vano, en una sociedad en la que cada vez más coinciden distintas culturas, se crea el ambiente perfecto para degustar sabores singulares que vale la pena probar. Además, el baklava se puede elaborar fácilmente en casa, desde su variedad puramente árabe hasta reinvenciones con chocolate o coco. El toque final: un té caliente con menta que acompañe cada bocado.