Opinión

Puedo y no quiero

Mando de una smart tv.

Mando de una smart tv. / Agencias

Ante la avalancha de galas de premios de estos días los programadores tienen que establecer prioridades. Resulta curioso comprobar cómo han distribuido los compromisos con los organizadores: los Premios Laureus del Deporte, los Talía de las Artes Escénicas, el Cervantes, los Sant Jordi de Cinematografía y los Platino latinoamericanos del cine y las series. Nos referiremos a estos últimos que han llegado a su undécima edición.

Celebrados en la Riviera Maya quienes desearon verlos en directo tuvieron que madrugar. Se desarrollaron entre las cuatro y las siete de la mañana del domingo. ¿Cuál fue la decisión de los programadores en su pase más accesible? La medianoche del domingo. Para ello tuvieron que suprimir la edición correspondiente de Versión española. No hubo coloquio. No hubo cortometraje a concurso. Pero tampoco hubo premios Platino a las diez de la noche, como habría sido el deseo de los organizadores y de su jefa de comunicación, Sylvia Suárez, que desde la primera edición ha removido cielos y tierra para que esta gala traspase fronteras y tenga la repercusión mediática que merece.

No nos cansaremos de repetirlo. TVE insiste en su lema: «Somos cine». Pero llegados momentos puntuales en que debería mostrarlo con gestos, mira para otro lado. Suprime Versión española que cumple su 25 aniversario (y en el que me consta existe lista de espera de coloquios grabados y películas pendientes de primer pase por televisión). Aplaza hasta la medianoche la emisión de una gala que además de costar mucho dinero, no tiene otro objetivo que promocionar nuestro cine y nuestras series, relegándola a altas horas de la madrugada. También apoya proyectos cinematográficos como Matusalén. RTVE puede hacer las cosas bien, pero da la impresión que no quiere.