­Dicen los que hasta allí llegan cada día que la sensación de tomar un baño en este entorno libre de masificación es de lo más relajante. El acceso no está indicado. No es zona de baño autorizado, pero tampoco lo prohíbe expresamente ninguna señalización. No entraña más peligro que los propios de una lámina de agua que apenas alcanza el metro y medio de profundidad en sus 1.400 hectáreas. En el espejo rosado todo flota por la elevada concentración de sal.

Los bañistas que se acercan a sus orillas sólo cuentan con su propia prevención hacia un espacio que goza de la protección como parque natural desde 1994 mientras se utiliza para la explotación de la sal. Laguna y orillas son gestionadas por la empresa salinera y es habitual, sobre todo en verano, que los trabajadores desarrollen la labores de extracción muy cerca de bañistas que se «hacen los muertos» a escasos metros de remolcadores o de la plataforma que arranca la sal del fondo.

El lodo es el auténtico oro negro de la laguna. Conocidas desde la antigüedad sus propiedades en terapias regeneradoras o tratamientos de belleza, esto es lo que busca cualquiera de los usuarios que se atreven con la tremenda chicharrera que cae sobre el charco en agosto. Se encuentra al alcance de la mano en las orillas y los más entendidos distinguen incluso entre varias calidades de fango según zonas de recogida.

Todo el que llega se embadurna el cuerpo o una parte, según gustos. Los beneficios de la lodoterapia pasan por sus propiedades mineralizantes, regenerativas y su efecto estimulante de la cicatrización. Además su alto poder calórico es señalado por muchos como ideal como anti-inflamatorio en casos de reumatismo, artritis, artrosis o recuperación de fracturas óseas, y aplicado en la piel elimina tóxicos linfáticos como un papel secante. Después es obligado adentrarse en este «mar» interior para darse un baño. La única prevención es llevar calzado de agua porque el lecho está formado por una capa de sal con aristas y protegerse del sol. Algunos usuarios han improvisado bancos con palos de madera para facilitar el secado del barro al sol.

Prescripción

Como no hay terapia sin ciencia -si no, se inventa- los seguidores del lodo prescriben cierta constancia en el tema. Nueve días seguidos es lo que estipula el boca a boca. Otros dicen que siete son suficientes para notar mejoría. Pero a decir de la mayoría, esta peculiar «novena» funciona. Del baño disfruta gente mayor, pero también familias con niños o grupos de amigos que comparten la afición por ponerse «negros» hasta las cejas. Turismo nacional y extranjeros que busca una alternativa de salud a su estancia en Torrevieja.

Despilfarro en un proyecto millonario

Poco afortunado fue el intento del Ayuntamiento, la pasada década, de aprovechar el posible tirón del turismo terapéutico con la construcción de un balneario de lodos, con encargo a un prestigioso arquitecto japonés incluido, que quedó como otro ejemplo de «despilfarro» de dinero público, según la oposición, y ahora está abandonado en las orillas de la laguna grande, no muy lejos de donde recalan estos turistas de salud.

La sal está por todas partes y conforma junto al rosa de las aguas un paisaje muy singular. Hasta estas orillas también se acercan algunos hosteleros de la ciudad para recolectar «piedras de sal» que exponen como tipismo en sus locales. Como ocurre con cualquier actividad relacionada con el ocio los baños de lodo también dejan su «huella» en el paisaje con decenas de botellas de plástico y zonas de vegetación de saladar pisoteadas. Es el precio del éxito que tiene incluso el lugar más inhóspito de la turística Torrevieja. D. P.