Morado y verde. Son los colores que acompañan los primeros días de otoño. Es olor a uva, y sabor a vino. La vendimia ya comienza su fiesta pisando con fuerza algunos de los cultivos vitivinícolas de los principales municipios zamoranos. Y no es de extrañar que con ella se asienten las tardes de bodega, de sed de buen vino y de charlas y buenas meriendas junto a los amigos.

Mucho es de lo que puede presumir la provincia de Zamora. No obstante, es su riqueza en el ámbito vitivinícola lo que venimos a destacar. Prueba de ello es la extensión que ocupa en la provincia el cultivo de la vid, tiñendo de magníficos viñedos más de 200 municipios, terrenos donde se elaboran tres Denominaciones de Origen bajo los nombres de Toro, Arribes y Tierra del Vino y a las que acompaña la mención Vino de Calidad de Valles de Benavente.

Tres denominaciones y una mención que permiten al viajero recorrer la provincia descubriendo algunos de los atractivos turísticos más interesantes vinculados al mundo de la enología. Las diferentes rutas ofrecen opciones de ocio gracias a las cuales el visitante aprenderá cómo se elaboran los caldos de la tierra y descubrirán su sabor, diferente en cada Denominación, pero con una característica en común: el placer de tomar un buen vino.

Ruta por los viñedos más antiguos de España

El viaje puede dar comienzo en el sureste de Zamora, a través de la Denominación de Origen Tierra del Vino, que abarca ambos márgenes del río Duero a su paso por la provincia y está recorrida de norte a sur por la romana Vía de la Plata (Camino de Santiago del Sur).

En esta Denominación se puede conocer una de las mayores concentraciones de viñedos viejos de nuestro país. El efecto de la filoxera, un parásito de la vid, no fue apreciable en esta zona, permitiendo la supervivencia de los viñedos desde el siglo XIX, que además han perdurado "gracias al cuidado continuado de los viticultores que desde temprana edad han trabajado en los viñedos" según ha confesado José Manuel Braña, consejero de la DO.

Una nota diferencial de esta DO es que presenta una disminución apreciable en densidad de viñedos y bodegas en comparación con su vecina, la DO de Toro. No obstante, gana en otros atractivos turísticos, como las inmejorables tablas flamencas de Arcenillas o las típicas bodegas de El Perdigón, hoy convertidas en concurridos bares y restaurantes.

Muy cerca de Zamora, en dirección al norte, se encuentra la primera bodega del itinerario, en la localidad de Roales del Pan. Allí, según asegura José Manuel Braña, el recorrido se inaugura con una cata de vinos a la que acompaña una visita guiada por las instalaciones subterráneas de las bodegas, punto muy demandado por el turista. Tras conocer el proceso de elaboración, se traslada al visitante a los viñedos, en los que contemplar todos los cuidados que la cepa recibe para llegar en las mejores condiciones a la esperada época de la vendimia.

Una vez superada su primera parada, a su vuelta a la capital, se puede dirigir a Arcenillas, donde contemplar la colección de tablas hispano-flamencas pintadas para el retablo de la Catedral de Zamora en el S.XV y desde allí conducirse hasta Moraleja del Vino, a tan solo 9 kilómetros de la capital, donde visitar la siguiente bodega.

En Casaseca de las Chanas se ubica la siguiente parada del itinerario, acogida a la DO Tierra del Vino, donde es recomendable probar sus excelentes semidulces. Volviendo por Arcenillas alcanzará la siguiente bodega, ubicada en Morales del Vino, término donde puede aprovechar a visitar su tan conocida ermita del Cristo, santuario zamorano convertido ya en centro de peregrinación.

En dirección a Villanueva de Campeán, a mitad del trayecto, tendrá la oportunidad de observar los extensos terrenos de vides donde convive la uva tempranillo, variedad principal, junto a la garnacha y la Cabernet Sauvignon. De nuevo en carretera, nos dirigimos a Cabañas de Sayago, donde descubrir la bodega que almacena intensos tintos de dominio 2004, 2005 y 2006. Pasando por el evocador topónimo Cubo de Tierra del Vino alcanzamos el broche final de la ruta, en Villamor de los Escuderos, donde se finaliza el trayecto con la visita a la cooperativa y bodega de la denominación.

La "Tinta de Toro", protagonista de una larga tradición

También al sureste de la provincia, más a su extremo, se extiende la Denominación de Origen con más antigüedad, la DO Toro en torno a la ciudad homónima, ocupando un total de 15 municipios, y de 27 años de edad.

Tras una visible evolución de sus vinos, antiguamente de mucho cuerpo, excesivo color y alta graduación, los vinos de Toro consiguieron su Denominación gracias a la revitalización de su caldos, de equilibrada suavidad pero intenso color; densos y apropiados para un largo envejecimiento.

La escapada vitivinícola arranca en la capital de la Denominación, Toro, epicentro de las visitas turísticas. Es en este término donde se encuentran la mayoría de las bodegas de la DO, ubicadas, algunas de las más significativas, en los márgenes de la nacional 122. La ruta del vino en esta comarca se dispone, en palabras del presidente de la DO, Amancio Moyano, "en el recorrido que hace la uva antes de convertirse en vino".

A continuación de la pertinente visita a los viñedos, el viajero puede dirigirse a la bodega, donde tendrá la oportunidad de contemplar el despalillado de la uva, su fermentación, embotellado y proceso de etiquetado, para finalizar con la deseada cata de vinos.

En la visita al Conjunto de Toro es de obligada visita la Colegiata de Toro, la Iglesia de San Lorenzo El Real, de estilo románico-mudéjar, el Real Monasterio, la iglesia museo San Salvador de los Caballeros, la portada del Palacio de Las Leyes, la Plaza Mayor y la Plaza de Toros, tercera más antigua de España.

Es posible apreciar durante el recorrido por casi toda la DO la continua modernización de muchas de las plantaciones y bodegas de la comarca, donde la uva "Tinta de Toro" se proclama como la variedad reina de la Denominación.

El siguiente enclave vitivinícola se encuentra próximo a la ciudad de Toro, en el término de San Román de Hornija (Valladolid) donde se ubican tres de las bodegas de la DO que podrá visitar con cita previa. Sobre este municipio se asienta la iglesia de San Román, construida sobre un antiguo monasterio de estilo mozárabe en el que se hayan enterrados el rey visigodo Chindasvinto y su esposa Reciberga, sin duda, una de las sorpresas de este lugar.

Para reanudar el itinerario es recomendable volver a Toro, para continuar desde allí hasta el próximo destino, Valdefinjas. En esta zona podrá acompañar uno de los exquisitos vinos con un buen queso de oveja artesanal de inconfundible sabor que podrá adquirir en la fábrica de la localidad. Desde aquí, camino a Venialbo, los viñedos hacen las delicias del viaje que continua hacia la bodega de Sanzoles.

Si lo desea, la ruta se puede ampliar con la visita a las bodegas de El Pego, Bóveda de Toro y Villabuena del Puente, de lo contrario, el regreso a Toro marcará el final del recorrido. Una vez allí, tendrá la oportunidad de disfrutar de la rica gastronomía que la ciudad ofrece a lo largo de los diferentes bares y restaurantes. Los asados constituyen un capítulo importante de la restauración de la zona, pero sin duda el plato estrella viene de la mano de los espárragos de la Vega, producto de cultivo autóctono. Las setas son otro de los atractivos de esta época del año.

Las dos caras del Duero

Entre las provincias de Salamanca y Zamora, en la frontera con Portugal, encuentra su lugar la Denominación de Origen Arribes del Duero, haciendo coincidir su espacio con el protegido Parque Natural de Arribes del Duero, uno de los enclaves turísticos más sorprendentes de la provincia. La singularidad de sus viñedos, localizados en las laderas del recorrido fluvial, se ven favorecidos por el microclima de la zona. Van así formando los tradicionales bancales, donde el laboreo es manual, siendo imposible la mecanización de su explotación.

Fermoselle, conjunto histórico de la provincia, constituye el núcleo de partida del recorrido por los Arribes, en el que la visita a los restos del castillo se convierte en requisito imprescindible desde donde contemplar los espléndidos bancales sobre el Duero antes de darse cita en una de las bodegas de la ciudad; algunas de las cuales dedican parte de su actividad a la elaboración de queso y aceite, productos que ofrecen al turista en su visita.

Rocío Carrascal, secretaria del Consejo de la DO Arribes del Duero destaca la importancia de las bodegas subterráneas para el enoturista. "Estas bodegas muestran que la cultura vitivinícola viene de siglos atrás" ha declarado. Resulta sorprendente descubrir la centenaria cultura del vino de esta tierra, cuna de la variedad Juan García, en el corazón del Parque Natural Arribes del Duero.

Próximo a Fermoselle, ya en dirección a Portugal y antes de llegar a Villarino de los Aires, es fundamental la parada en el mirador de la Faya, desde donde poder contemplar el bello paisaje de los Arribes y parte de la población de Villarino. Una vez recorrida la bodega de Villarino nos dirigimos al epicentro de los Arribes, en Pereña de la Ribera, en la que conviven cientos de viñedos centenarios junto a dos de las bodegas productoras de vino.

Corporio y Aldeadávila preceden a las últimas paradas del recorrido vitivinícola. Tras la visita a la espectacular presa hidroeléctrica de Aldeadávila (Salamanca) el itinerario puede finalizar con la vuelta a Fermoselle en la que deleitarse con una de sus carnes autóctonas de distintivo sayagués, o, para aquellos que quieran continuar su recorrido, podrán comprar aquí el típico "hornazo", pan relleno de embutido. Fornillos de Fermoselle cierra el entramado vitivinícola, famoso por su producción artesanal de queso de cabra, mermeladas y por supuesto, vino. Allí los artesanos ofrecen degustación de sus productos que venden con exquisita presentación en sus establecimientos.

Un recorrido por los Valles de Benavente

La cuarta y última parte de los vinos de la provincia, perceptible por su gran extensión, se refugia bajo la mención Vino de Calidad de Valles de Benavente. Seis son las bodegas que componen el itinerario por esta comarca, cabecera de la ruta. Sin embargo, "es únicamente una la que puede recibir visitas", según declara Teresa Antón, directora de la Asociación Valles de Benavente. Aquí conviene complementar la parada junto a la visita del antiguo castillo de los Condes de Benavente, convertido hoy en parador y del que solo se conserva la "Torre del Caracol".

Tomando la carretera nacional 525 se llega a Quiruelas de Vidriales, pueblo de gran producción de uva, cantidades que son trasladadas a Galicia, Asturias y Cantabria. Continuando por la comarcal se accede a Brime de Urz, sede de la asociación, lugar que apuesta por la renovación de sus variedades vitivinícolas y por la modernización de sus plantaciones. De camino al próximo destino, ubicado en Santibáñez de Vidriales, es posible visitar las ruinas del campamento romano de Petavonium a su paso por Rosinos de Vidriales, fundado tras las Guerras Cántabras, con la finalidad de vigilar los movimientos de los pueblos astures, en prevención de posibles revueltas, y proteger el transporte del oro procedente de las explotaciones de Las Médulas o Las Cavenes.

Una vez en Santibáñez conviene acercarnos a una de las pocas bodegas de la asociación, y degustar junto a una buena copa de vino sus famosos quesos y embutidos. Desde Santibáñez podemos dirigirnos al valle de Tera, donde se ubica Camarzana, un pueblo con amplio viñedo que se ha ido perdiendo en la actualidad. Ponemos así punto final a la ruta del vino por la comarca. Un viaje teñido de viñedos antiguos con amplia mezcla de variedades y numerosas bodegas tradicionales excavadas en tierra.

Cultura, arte y sabor se funden en esta interesante experiencia que permite recorrer la provincia de sur a norte. Una muy buena propuesta de enoturismo para todos aquellos que quieran descubrir los encantos de la provincia bajo la cautivadora mirada del vino. Ya lo decía este refrán castellano: "al que va a la bodega, por vez se le cuenta, beba o no beba".