Son parajes que surgen, en su mayoría, entre grandes arboledas y encaminan entre rocas hacia el agua cristalina que caracteriza a la Costa Blanca. Se trata de las calas de la provincia de Alicante, unos entornos naturales únicos que se extienden a lo largo de los más de 218 kilómetros de litoral.

Si eres uno de los miles de turistas que se desplaza hasta `la millor terreta del món´ en busca de sol y playa o, simplemente, un alicantino enamorado de su tierra en busca de los rincones más entrañables de la costa, anota las siguientes calas:

La Granadella (Xàbia)

Esta playa de graba y roca es una de las joyas de la corona de Xàbia. Sus aguas cristalinas hacen las delicias de los buceadores que pueden disfrutar de los fondos marinos y observar una gran diversidad de especies subacuáticas.

Escondidos tras un bosque de pinos mediterráneos, emergen acantilados y cuevas que dan lugar a un paraje de ensueño. A pesar de que cuenta con bastante espacio donde aparcar, conviene acudir temprano en julio y agosto para evitar posibles disgustos al no encontrar estacionamiento.

Cala Cantalar, Cabo de las Huertas (Alicante)

El Cabo de las Huertas cuenta con un amplio repertorio de calas en las que pasear, bucear y tomar el sol. La Cala Cantalar, situada cerca del Camino del Faro, combina roca y arena. Desde esta zona se puede contemplar uno de los amaneceres más bellos de la provincia con vistas hacia el Castillo de Santa Bárbara.

Cala Cap Blanc (Moraira)

La única manera de descubrir este rincón de la costa alicantina es mediante un sendero que dirige hasta un entrañable mirador. Conforme avances en este camino podrás en el paisaje casas blancas de enorme belleza.

La dificultad de acceso a la Cala Cap Blanc garantiza cierta tranquilidad en los bañistas que pueden disfrutar, sin grandes afluencias, de un día de playa en este conmovedor paraje de la Costa Blanca.

Cala El Xarco (La Vila Joiosa)

Esta cala vilera tiene un encanto especial al estar situada al borde de un acantilado y con vistas a la Torre del Xarco del S. XVII, que no se puede visitar debido a su estado. Es una cala pequeña, de piedras y roca, a la que no suele acudir mucha gente.