Cuando se ven fotos promocionales de los alrededores de Cieza (Murcia) es inevitable pensar que alguien se ha pasado subiendo los colores con el photoshop. La realidad, sin embargo, no se aleja de esas postales en las que franjas fucsias, rosas, blancas y verdes se alternan como olas de colores en medio de los campos murcianos. Durante algo más de un mes al año, entre febrero y marzo, se produce la floración de los frutales, sobre todo melocotoneros, un espectáculo que vale la pena ver y aprovechar de paso para visitar el Valle de Ricote con localidades como Abarán, Blanca, Ricote, Ojós o Archena desde donde arranca el valle en su extremo sur y en cuyo conocido balneario se puede descansar tras visitar la comarca.

Conscientes de su atractivo, Cieza y el gobierno murciano están en los últimos años potenciando en turismo en la zona. Aunque alrededor de la localidad hay manchas de flores rosas y blancas por todos lados, para disfrutar al máximo de la floración es conveniente recurrir a uno de los guías que saben en cada momento qué paraje está más espectacular. José Antonio Gázquez es uno de estos guías que lleva a su grupo entre los melocotoneros en flor mientras una cuadrilla de temporeros se dedica a «clarear» los árboles para aligerar las ramas de flores usando los perigallos, un tipo de escalera de tres patas. En Cieza hay unas 250 variedades de melocotón cultivados en más de 8.000 hectáreas, así que no es raro que uno vea colores rosas y fucsias por todos lados aunque este año ha habido una floración temprana y en algunas parcelas los árboles ya están verdes. También hay albaricoques, con flores blancas con un puntito rojo, y ciruelos de flor blanca.

Tras el paseo por los campos y antes de comer, hay tiempo para visitar la Cueva de la Serreta con sus pinturas rupestres. Ubicada en el impresionante cañón de Almadenes por el que corre encajonado el Segura, en la cueva se ha encontrado medio centenar de pinturas en su mayoría de arte esquemático en un magnífico estado. Además, se conservan restos de un casa romana, la única documentada en la Península dentro de una cueva.

Tras la visita a los campos y a la Serreta, José Antonio, ante platos de «marineras» y de «olivicas de Cieza», habla con guasa del concurso de «lanzamiento de hueso de oliva con la boca y sin canute» que cada agosto se celebra en el «huesódromo» de Cieza, sólo comparable al concurso de «captura nocturna de grillo zapatero con o sin reclamo» que organizaban también los Amigos de las Oliveras de Cieza, pero que dejó de celebrarse hace una década por las protestas de los ecologistas.

El Valle de Ricote ofrece al visitante otros muchos alicientes. Es imprescindible disfrutar de la impresionante vista del valle desde el mirador del Alto de Bayna en la localidad de Blanca, llamada Negra en tiempos de la dominación musulmana como les gusta indicar a los guías, y pasear por Ojós, de sólo 500 habitantes, donde hay que probar sus bizcochos borrachos con almíbar y bergamoto. También vale la pena, por lo curioso, hacer una parada en el Museo del Esparto de Archena donde Francisco Campoy, Quico, fabrica sus propios trajes de esparto para los carnavales y tiene expuesto hasta un biquini recordando el viejo dicho de: «eres más basto que unas bragas de esparto». Resulta igualmente recomendable salir del valle para visitar la cueva del Puerto de Calasparra, la cavidad subterránea de mayor recorrido horizontal de Murcia, con 800 metros de paseo entre espectaculares formaciones en la roca, y realizar la Ruta de las Norias en Abarán entre la huerta murciana, donde se conserva la noria en funcionamiento más grande de Europa.