Cuando esta semana se atrevieron a emitir 'El debate de la 1' a las tres de la madrugada, ¿De quién se estaban mofando, del equipo que lo lleva a cabo o de los espectadores? El sinsentido de arañar décimas de audiencia, ya de por sí perverso en el caso de las televisiones privadas, se torna rocambolesco si aludimos a la pública.

Resulta que se programa en base a los datos. Y son esas décimas las que condicionan toda la parrilla. Nació 'Hora punta' con ese único objetivo: retrasar el acceso al 'prime time'. Pero es que ahora todo es más perverso. El absurdo programa de Cárdenas se mide como si fueran dos, los primeros 20 minutos son el exprés, los 20 últimos el programa oficial, aunque todo sea el mismo sinsentido.

De lo que se trata es de hacer encaje de bolillos en cada franja horaria para maquillar los datos de audiencia. Tanto da que se trate de un programa banal como de todo un informativo emblemático, que también se trocea si es menester (sumario por aquí, el tiempo o los deportes por allá) a conveniencia para que las cifras queden bonitas.

¿Hasta cuándo va a durar el juego? ¿Y hasta dónde va a llegar? No sé si alguien en las plantas altas de Torrespaña o de Prado del Rey se ha dado cuenta, pero el hecho de que el programa que dirige y presenta Julio Somoano se emita a las 3 de la madrugada, postergándolo porque sí, sólo para maquillar las cifras de audiencia, es algo que tendría que poner sobre la mesa en el mismísimo Consejo de Administración de la casa.

Hablar de servicio público y arrinconar 'El debate de la 1', con su noble objetivo de ayudar al espectador a entender la actualidad, es un oxímoron de los malos. Ello con independencia de lo que pueda gustar o no el programa.