Seguro que es fácil saber lo que nos cuesta mantener el equipazo mediático que rodea a nuestro Querido Líder en los alegres parajes de La Moncloa. Allí el Gran Timonel es más feliz que una perdiz. Lo tiene todo. Por tener tiene hasta aduladores a sueldo que lo plantan ante una cámara, le ponen un rulo con el texto que tiene que leer, y sin apenas mancharse las manos y, sobre todo, sin entender lo que dice, Mariano Rajoy resulta un auténtico mastuerzo.

A los aduladores les da igual, al equipazo mediático también, y al Faro de Nuestras Vidas, se la casca. No podemos costear a tanto inútil. No puede ser que nos desprecien tanto, y tantos, que nadie sea capaz de dar un zapatazo y decir esto no hay dios que se lo crea, esto es una mierda de mensaje para celebrar los 35 años de esta Constitución. Paso de analizar el fondo, vago -de vacuo, y de holgazán-, hasta el culo de tópicos, y hasta el dolor de mentiras, como cuando, con alegre cinismo le hacen decir -sin que a nadie se le salten los fusibles- que con la Carta Magna llegaron los servicios sociales a nuestro país -calló como un dócil empleado de la empresa privada que su Gobierno está en el tajo para cargárselos.

La cosa es peor si nos fijamos en la forma. Es bochornoso ver a tu presidente de Gobierno mirando a un lado, desnortado, buscando el rollo que le han escrito con los ojos perdidos, sin mirar a cámara, como si esa parva de ineptos no conociera un chisme llamado telepromter, como si les importáramos una mierda. Estos detalles retratan con dolor que nuestro Gran Líder es un Gran Inepto. Y en sus manos estamos.