Ana Rosa Quintana puede presumir de haber entrado en el exclusivo club de líderes de los espacios más longevos de la televisión española. No sabe a ciencia cierta cómo ha logrado cumplir diez años con "El programa de Ana Rosa" pero intuye que huir de "los pelotas" y el amor de su equipo forman parte de la "clave".

Su programa, que el viernes cumplió diez años de emisión ininterrumpida en Telecinco, lejos de languidecer en estos dos lustros ha crecido casi un punto respecto a 2013 y el 19,4 % con el que cerró 2014, la cuota de pantalla más alta de las que ha tenido en los últimos seis años, le pone muy firmes los pies en la parrilla, además de consolidar su liderazgo.

Pregunta: ¿Se imaginaba hace diez años que estaría donde está?

Respuesta: Era impensable, y, lo que es más, yo creía que no íbamos a durar ni un mes, porque la tele es muy complicada, tanto que en mi despacho no tengo nada personal, ni una foto siquiera, porque todo es de paso y provisional.

P: Más de 30 años de oficio, periodista de radio, de televisión, de prensa... ahora ha logrado entrar en un club en el que solo figuran "Cuéntame", que ha llegado a su temporada decimosexta, y Jordi Hurtado con sus 18 años en "Saber y Ganar". ¿Qué se siente?

R: Es verdad que es insólito. Estuvimos trabajando mucho en el formato -es una apuesta de su propia productora, Cuarzo- y propusimos a Telecinco lo que queríamos hacer y ellos creyeron en el, pero esto como estrenar una película o una obra de teatro, nunca sabes si va a triunfar.

P: ¿Y entonces cuál ha sido su clave?

R: Si tuviera la fórmula del éxito -se ríe-, se la habría vendido al Banco Santander o al Bilbao pero a lo mejor ha influido que cada día partimos de cero y no nos creemos nada. Estoy rodeada de buenos profesionales que hacen su mejor hacer con libertad y le tenemos mucho respeto por el público.

Es más fácil que te salga bien la jugada si tienes todos esos elementos, pero no hay nada seguro. Una clave fundamental es también no tener pelotas alrededor, que te separan de la realidad y no te dicen la verdad, y que tu equipo te quiera. No que te respete, que te quiera y vele por ti.

P: ¿Vive pendiente de las audiencias?

R: Como todo el mundo, pero no me condicionan. Sí me permiten trabajar con mucha libertad y hacer el proyecto en el que creo si son favorables. A veces son un condicionante pero si lo miras desde un punto de vista positivo te marca para ver qué funciona. Hay que tener la humildad de escuchar.

P: ¿Cómo ha cambiado en estos diez años el programa?

R: Al ritmo de la sociedad. Cuando empezamos interesaba mucho la actualidad y el entretenimiento y muy poco la política y en las dos últimas temporadas las tornas se han invertido y lo que más audiencia tiene es la política y la actualidad, y los realitys, los temas divertidos, más frívolos, han desaparecido.

El espacio incluía secciones "de vida", como gastronomía, moda o salud, pero el público ha ido perdiendo el interés y ahora reclama a todas horas actualidad, en cualquier terreno. El viernes, por ejemplo, tuvimos que rehacer por completo el programa ante los nuevos sucesos en Francia.

P: ¿Le gusta ese viraje?

R: Sí. Me gusta mucho que seamos capaces de tener el mismo ritmo que la actualidad, de que seamos capaces de localizar al protagonista del día e ir contando minuto a minuto lo que está pasando, como hace la prensa internacional.

P: ¿Se contiene o expresa su opinión personal ante los temas del día?

R: Doy mi opinión siempre pero entiendo que los espectadores no están para que yo les de doctrina, para eso hay expertos. Tenemos el mejor plantel. Son todos periodistas experimentados y nadie sale al plató con consignas porque la máxima es que sea una tertulia abierta, que se puedan expresar todas las opiniones.

P: ¿El resultado de las elecciones cambiará a su vez la composición de su parrilla de 'opinadores'?

R: Es una tertulia abierta. El bipartidismo parece que está por desaparecer y van a cambiar muchas cosas. Siempre hemos tenido muchos representantes de Podemos, pero parece que ahora están en retirada. Ya veremos lo que sucede.

P: Más de diez mil programas y casi cuatro horas de emisión de lunes a viernes. Habrá habido muchas cosas para no olvidar...

R: Todos los que hacemos los programas en directo tenemos la pesadilla de meter la pata hasta dentro. La he metido muchas veces, pero creo que no han sido cosas imperdonables y eso es, fundamentalmente, gracias a mi equipo. Cuando se enciende el piloto de la cámara estás muy solo y tienes que tener absoluta confianza en quien tienes detrás.

P: ¿Le gustaría estar otros diez años al frente del programa?

R: Uy, no. No quiero otros diez años, también quiero viajar e irme de compras. No me he puesto un horizonte y no quiero ser desagradecida, pero hay vida más allá.

P: ¿Ha sido costosa personalmente esa dedicación?

R: En el primer programa, que es el que más veces he visto, estaba radiante, gordita, con las hormonas a tope porque mis niños acababan de nacer, pero no me quejo. Creo que estoy bastante bien -se ríe de nuevo-. Me levanto a las cinco y media de la mañana, pero a las diez y media estoy en la cama. No voy ni a cenas ni a fiestas porque quiero estar muy despejada al día siguiente porque cada día es diferente.