A veces, nuestras propuestas para el Festival de Eurovisión -que cumple 60 años- no han sido de lo mejorcito en muchas ocasiones. Sin embargo, a veces las que creemos que son las peores han resultado ser más que satisfactorias y otras veces sí, han sido catastróficas.

Acertar con el tema adecuado es sin duda la clave para llevarse el festival -siempre acusado de que está influenciado por la política- pero en casi el cien por cien de las ocasiones, gana el tema que más se nos ha quedado grabado.

Nuestras posiciones últimamente han estado situadas en el top ten, entre los diez mejores, como las de Pastora Soler y Ruth Lorenzo, pero en muchas ocasiones hemos tenido ese traspiés grave que empañaba nuestra trayectoria ascendente.

Sin duda, una de los 'fracasos' más recientes los encontramos con El Sueño de Morfeo y su ´Contigo hasta el final´. La canción, con toques celtas, quizás no fuese la más acertada, quedando en el puesto 25 de 26 países que participaron en el año 2013 en Malmö.

Tampoco fueron buenas las posiciones de Lucía Pérez y su Que me quiten lo bailao o ´La noche es para mí´ de Soraya Arnelas.

El ritmo flamenco que siempre caracteriza a España no nos ha beneficiado muchas veces en el certamen de la canción europea. Son de Sol o las populares Las Ketchup y sus propuestas quedaron en posiciones muy reguleras, ambas en el número 21.

Nuestros ´eurobatacazos´

En los inicios de la participación de España en el Festival de Eurovisión allá por los sesenta, tampoco empezamos con buen pie.

Victor Balaguer y su ´Llámame´o Conchita Bautista y su alegre ´Qué bueno, Qué bueno´, tampoco fueron eso... buenos.

Pero sin duda tenemos otros eurobatacazos como los 'cero points' de Remedios Amaya y su ´Quién maneja mi barca´, que a la deriva nos llevó quedando últimos en 1983. Ya en 1999 en el festival celebrado en Jerusalén, Lydia Rodríguez y su ´No quiero escuchar´ hizo que no nos escuchasen en Europa con un triste también último puesto.

Chikilicuatres aparte y alguna que otra propuesta que hemos pensado que era muy catastrófica, lograban buenos puestos, reafirmando que los gustos son variebles de un año y otro y de que no existe una fórmula mágica para hacer el tema perfecto que gane el Festival de Eurovisión.