La tradición del ballet clásico llega mañana al Teatro Principal de Alicante de la mano del Russian National Ballet, que ofrecerá a las 20.30 horas la Gran Gala Tchaikovsky, con la que homenajeará a la gran bailarina Maya Plisétskaya a partir de la música del compositor ruso.

La compañía, formada por un elenco de 44 bailarines, ofrecerá un espectáculo con siete números que recorrerán algunos de los ballets más conocidos de Tchaikovsky, como La Bella Durmiente, El lago de los cisnes o El Cascanueces y estrenará un montaje de Romeo y Julieta con música del compositor (Sinfonía nº 6), que conformará la segunda parte del espectáculo.

«Tchaikovsky es un autor amado en todo el mundo y es una apuesta ganadora, ya que el 50 por ciento de nuestro espectáculo se debe a su música», indicaron ayer Serguei y Elena Radchenko, directores del Ballet Nacional Ruso, la primera compañía de ballet independiente creada en 1989 dentro aún de la antigua Unión Soviética, por lo que entre sus bailarines hay profesionales de Rusia, Bielorrusia, Ucrania o Kazajistán.

«Para nosotros es un orgullo hacer ballet en España porque es el país donde más se baila junto con Rusia y el público es muy emocional, entiende muy bien el ballet», señaló Radchenko, quien ha bailado con Plisétskaya durante más de dos décadas y admira a bailarines españoles como Antonio, Antonio Gades o Nacho Duato. «España tiene muy buenos coreógrafos, la cultura de danza española es muy rica», indicó el director de una compañía estable que pasa nueve meses al año en gira fuera de Rusia y cuatro de esos meses los pasa en Estados Unidos.

«Ser una compañía independiente nos permite sobrevivir desde el 89 porque somos los responsables de todo y nos hacemos cargo de los sueldos, del vestuario o de los alojamientos. Cuando dependes de un dinero estatal te pueden dictar el repertorio y nosotros somos libres de hacer lo que queramos», explicó Serguei Radchenko, quedefendió el ballet clásico, «que perdura desde el siglo XIX», frente a la danza contemporánea.

Su compañera Elena añadió que sus maestras solían decir que para aprender danza moderna se precisan dos años y para la danza clásica, diez, «y son pocas las compañías que pueden poner en marcha un gran ballet clásico como la nuestra, que ni siquiera hacemos neoclásico».