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Más miopía y cansancio visual por el abuso de las pantallas y el teletrabajo

Los ópticos alertan sobre los efectos nocivos ante una exposición prolongada a la luz azul que emiten los ordenadores, móviles y tabletas

El teletrabajo ha disparado los problemas visuales por la falta de condiciones en casa. ANTONIO AMORÓS

El teletrabajo y el uso prolongado de los teléfonos móviles, tabletas, ordenadores y televisores durante la pandemia del coronavirus están aumentando los casos de fatiga visual y miopía. Ya había una tendencia al alza a sufrir estos problemas con anterioridad a las restricciones sobrevenidas con el confinamiento y el toque de queda. Pero los efectos de carácter social que el covid-19 ha traído consigo los está multiplicando de forma significativa.

Dolor de cabeza, ojos rojos y fotofobia - intolerancia anormal a la luz- y problemas de concentración son lo síntomas más comunes que pueden sufrir las personas sometidas a una prolongada exposición a los dispositivos digitales. Cada vez llegan más clientes a las ópticas necesitados de un cambio de graduación en sus lentes. Pero en buena parte de los casos los problemas responden a una demanda visual desproporcionada. Uno de los factores de riesgo es el teletrabajo. Las condiciones laborales de los empleados que, bien de forma voluntaria o forzosa, tienen que desarrollar su trabajo en casa, no son las adecuadas en la mayoría de los casos. La iluminación, las posturas que se adoptan delante del ordenador, el tamaño de las pantallas y las distracciones generan estrés visual. «Es una tendencia que va a más y estamos notando con especial intensidad desde marzo del año pasado», explican los profesionales consultados.

La fotofobia, los ojos rojos, el dolor de cabeza y los problemas de concentración aumentan con la pandemia

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«Trabajar en casa con el ordenador puede suponer el mismo esfuerzo que hacerlo en la oficina. Pero es cierto que en casa sufrimos más distracciones y eso repercute en el sistema visual, que necesita una adecuada concentración para que el zoom natural de nuestra visión funcione correctamente», explica María Carbonell Domenech, óptica con 13 años de experiencia y especializada en terapia visual. «En estas condiciones requerimos de un mayor esfuerzo por parte del sistema visual porque necesitamos cambiar más veces de exposición y ello termina afectándonos», añade.

María Carbonell Domenech, óptica de Pinoso especializada en terapia visual. INFORMACIÓN

En este contexto, la luz azul que emiten las pantallas es especialmente perjudicial. Es una parte del espectro de la luz visible muy próximo a la luz ultravioleta y la emite tanto el sol como la retroiluminación led que llevan incorporadas las tabletas, los ordenadores y los teléfonos móviles. «Nuestros ojos tienen mecanismos de protección natural frente a la luz azul que emite el sol. Sin embargo no ocurre lo mismo con la luz azul artificial de los dispositivos electrónicos», apunta María Carbonell. Sobre sus efectos nocivos existe actualmente una viva controversia. Unos estudios señalan que produce una degeneración macular, que es una patología especialmente grave comparable al alzheimer de los ojos. Sin embargo, la mayoría de los investigadores sostienen que la luz azul produce una sintomatología de cansancio visual que se traduce en una mayor fatiga mental. Solo contemplan la posibilidad de que en casos extremos, de exposición intensa y prolongada, podría dar lugar a una degeneración macular.

Los expertos aconsejan limitar el uso de las nuevas tecnologías a los niños en lugar de dotar de filtros a sus lentes

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Lo cierto es que para evitar este problema existen filtros de luz azul que se pueden incorporar a las lentes. Al principio, cuando comenzaron a comercializarse en el año 2016 daban un tono amarillo ámbar al cristal. Pero en la actualidad estos filtros son totalmente transparentes. Además, hay aplicaciones de teléfonos móviles y tabletas que combaten los efectos nocivos de la luz azul incluyendo una función que adopta diferentes denominaciones: bloqueo azul, modo lector o modo noche. «Lo cierto es que se puede reducir con filtros pero no todo el mundo los necesita. Un agricultor, por ejemplo, no necesita una protección especial de la luz azul porque no está tan expuesto, por ejemplo, como una persona cuyo trabajo se desarrolle durante ocho horas diarias delante de un ordenador», puntualiza la óptica de Pinoso.

También hay gafas sin graduar con filtro azul que muchos padres adquieren para sus hijos. Pero muchos expertos no lo consideran oportuno. «Con los niños lo que hay que hacer es limitarles la exposición a los teléfonos móviles y las tabletas porque, comparados con los niños de décadas atrás, tienen una demanda visual enorme con tantas horas de exposición a las pantallas por el boom de las nuevas tecnologías», advierte María Carbonell justificando, por ello, el creciente aumento de casos de miopía y problemas acomodativos y binoculares en edades más tempranas. En 2019 ya se decía que la pandemia del siglo XXI sería la miopía pero en 2020 ha venido otra: el covid-19.

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