Cierres de fronteras y confinamientos domiciliarios. Unas restricciones que se decretaron hace casi un año, cuando la pandemia del covid-19 estalló en el mundo después de su llegada a China.

Parece que fue ayer cuando salíamos a aplaudir en España a las ocho de la tarde a quienes luchaban en primera línea contra el virus o cuando los supermercados se quedaron sin reservas de papel higiénico y descubrimos lo que significaba “aplanar la curva”.

Doce meses de lucha constante, miedo, restricciones severas y poco o nulo contacto con nuestros seres queridos. Doce meses de escuchar a diario la muerte de miles de personas en todo el globo como si de una guerra mundial se tratara.

Esta pelea incesante contra el virus, más allá de la relativa libertad de la que disfrutamos de manera inconsciente durante los meses del verano, empieza a hacer mella.

«Fatiga pandémica»: Así es el estrés crónico que nos hace estar hartos del coronavirus

¿Imagina tener que vivir ahora una cuarentena o un nuevo confinamiento?

Tal y como están las cosas, las cifras todavía nos advierten de que puede tocarnos un nuevo encierro. Le ocurre cada día a miles de personas. Un contacto estrecho que ha dado positivo… y nos toca confinarnos en casa, una vez más. Algo psicológicamente muy difícil porque estamos tremendamente cansados de tanto encierro.

¿Cómo hacer frente a un nuevo encierro?

Los expertos nos dan unos imprescindibles consejos para que seamos capaces de enfrentar esa realidad, en caso de que llegue el momento.

Porque existen formas solventes de lidiar con esa incertidumbre que protagoniza nuestros días e incluso para acabar con esos problemas de sueño o concentración que tantas personas están sufriendo a causa de múltiples encierros y limitaciones de movimiento.

Por eso les facilitamos varios consejos de importantes expertos que han compartido en los últimos meses sus experiencias y sus métodos para lidiar con los confinamientos.

Aquí reunimos algunos de los más destacados consejos:

La mente nos juega muy a menudo malas pasadas y en esta época que nos ha tocado vivir, las posibilidades de que esto suceda son cada vez mayores.

A medida que pasa el tiempo y no volvemos a lo que entendemos como vida normal, el cansancio aumenta y las fuerzas flaquean.

La pandemia de la COVID-19 tiene enormes efectos colaterales.

La fatiga pandémica y sus efectos

Son ya muchos meses a cuestas con la pandemia de coronavirus. Muchos trabajadores llevan casi un año sin pisar sus oficinas, muchas familias y amigos esperan desde hace tiempo el ansiado reencuentro. La gente, en gran medida, está agotada.

La lacra de la COVID-19 está durando más tiempo del que inicialmente nos habíamos programado para pensar y esto hace que el cansancio pese todavía más.

Psicólogos británicos como Emma Kavanagh reconocen como realidad social el hecho de que “teníamos una capa inicial de fortaleza física y mental para afrontar las restricciones y los efectos del coronavirus, y simplemente se ha agotado”.

A ese proceso de agotamiento se le conoce como ‘hibernación psicológica’, según la doctora Kavanagh: “nuestra concentración se vuelve lenta y nos resulta más difícil prestar atención. Además, tenemos problemas de sueño y memoria”.

“El estrés de una pandemia está relacionado con su duración. Las personas están expuestas a factores de estrés crónico a medida que las pandemias se prolongan durante muchos meses y múltiples confinamientos. Eso desgasta”. A esta sensación generalizada, la Organización Mundial de la Salud la ha definido como fatiga pandémica.

Con el fin de los confinamientos totales de marzo y la vuelta, aunque comedida, a las calles durante el verano, buena parte de la población terminó pensando que lo peor había acabado y que la pandemia era cosa del pasado.

La segunda y la tercera ola han tenido, por ese motivo, un impacto mayor en la mente de muchos. Hemos tenido, según los expertos, una sensación de recompensa arrebatada. Como si el esfuerzo colectivo no hubiera servido de nada.