Reitera la loable tradición del cine histórico británico, poniendo de manifiesto su rigor y su exquisito cuidado tanto en la ambientación como en el tratamiento de los personajes y permitiendo que cobre vida un periodo especialmente turbulento, la segunda mitad del siglo XVI, marcado por la ejecución de la reina María Estuardo, legítima heredera del trono de Inglaterra y Escocia y padre del monarca Jacobo VI, que ocuparía años más tarde la corona de ambos reinos. Es la ópera prima de una directora artística, Josie Rourke, que ha desempeñado hasta ahora una actividad preferentemente teatral, a pesar de lo cual sus virtudes en el plano de la dirección cinematográfica son elocuentes.

Se deja ver, sin duda, la más que correcta elección que se ha hecho de los nombres del reparto y de los técnicos que han contribuido a recrear la atmósfera y el entorno social y humano de la época, que le han valido dos nominaciones menores a los óscars, con especial atención a las siluetas de los castillos y a los bellos interiores. Sacando un considerable partido de la vena dramática de Saoirse Ronan y Margot Robbie, que encarnan a María e Isabel, la realizadora ha contribuido a que las dos protagonistas entren de lleno en la angustiosa experiencia que están viviendo. El aspecto más controvertido es la exagerada admiración que suscita el personaje de María, que demuestra una lucidez y una honestidad excesivas. La cinta comienza con la subida al patíbulo de la reina escocesa, que ha sido condenada a muerte por su prima, la protestante Isabel, abriendo paso a una vuelta atrás que nos mete de lleno en el ajetreo de un reinado turbulento.

En su condición de católica y por tanto de papista, María contraerá matrimonio cuando apenas cuenta 15 años con el heredero de la corona francesa, que morirá apenas tres años después, optando a partir de ese momento por regresar a su Escocia natal con el ferviente anhelo de ocupar el trono. Es el comienzo de una serie ininterrumpida de hostilidades con la reina Isabel, que no está dispuesta a tolerar sus pretensiones, y de su maternidad, que tendrá como fruto el nacimiento del futuro Jacobo VI.