Es una aportación curiosa y con indudables novedades en el terreno de la estética a un filón tan frecuentado en el cine español como el de la guerra civil, especialmente porque se apoya en factores de diseño vinculados al cómic y con una estructura narrativa propia del western. De hecho, la película es puramente un producto clásico del Oeste, con todos sus rasgos esenciales y con sus ingredientes más genuinos.

Es el segundo largometraje del director Alfonso Cortés Cavanillas, que debutó en 2012 con Los días no vividos y que cayó en 2015 en la tentación del documental con Deconstruyendo a Dani. En Sordo ha modificado de forma ostensible sus bases de inspiración valiéndose del cómic sobre el mundo de los maquis del Premio Nacional del Comic 2017, Rayco Pulido y David Muñoz. Interesante por lo que supone de originalidad y nueva contribución a la pantalla grande, insiste en temas frecuentados por el western, entre otros la venganza, el odio, la huida y la lucha por la vida.

Todo ello implicado en un elemento decisivo, el paisaje que elige como vehículo de las imágenes, concretamente los bellos bosques del norte de España, con rodaje en tierras de Cantabria. En ellas transcurre en 1944, en plena posguerra, la amarga y peligrosa fuga de un guerrillero español, Anselmo, que intenta llegar con vida a Francia. Naturalmente, las fuerzas del orden siguen estrechamente sus pasos sorteando enemigos y riesgos de todo tipo. Prueba de ello es que sufrirá los graves efectos de unas explosiones en un acto de sabotaje que provocan la pérdida de su oído y que sea apodado en el entorno como 'el Sordo'.

Lo mejor de la cinta es su descripción del ambiente en que discurre la lucha del Sordo, su permanente lucha con un enemigo que lo tiene cercado y su afán por salir adelante al precio que sea. Eso sí, no hay apenas referencias políticas y la historia pierde parte de su contenido dramático.