El Séptimo Arte tiende a alterar la verdad de las maneras más insospechadas. Aunque en las películas de ciencia ficción esa alteración es más que evidente, en otras suele darse en pequeños hechos que muchas veces pasamos por alto. Y es que el cine ha extendido mitos que gran parte de la sociedad ha dado por buenos casi sin pensar, como que las explosiones se escuchan en el espacio o que el Tiranousaurio Rex no veía bien.

Atravesar cristales no es tan fácil

Algo típico del cine de acción, es ver cómo el o la protagonista atraviesa una ventana durante una persecución. Pero la realidad es más bien distinta. Romper un cristal, ya sea atravesándolo o de un puñetazo, no es nada sencillo y requiere una cantidad de fuerza considerable. Además de no hablar de las heridas que los trozos de vídeo dejan en el cuerpo, algo que no parece importunar a los héroes de las películas.

Lo cierto es que el cine utiliza paneles de cristal especiales creados a partir de plásticos especiales que ofrecen muy poca resistencia para los actores.

El cloroformo no duerme a las personas al instante

Cuántas veces habremos visto en el cine esa escena en la que el malo de la película se acerca por detrás a su víctima, normalmente una mujer joven, y le tapa la boca y la nariz con un pañuelo en cloroformo. En apenas unos segundos, la joven se queda inconsciente y a merced de su agresor para a saber qué cosas. Sin embargo, en la vida real esta sustancia no funciona tan rápidamente.

Para poder sedar a una persona con cloroformo hacen falta como mínimo un par de minutos de exposición a este compuesto, algo impensable para las películas. Además, la víctima recobraría la conciencia enseguida, por lo que habría que seguir sedándole con cloroformo.

Los coches no explotan tan fácilmente

Si lo que quieres es hacer explotar un coche, bastará con pegar un tiro en el depósito de gasolina o hacerlo volcar de manera descontrolada. Al menos eso es lo que nos han enseñado en las películas. Pero en realidad, para que un vehículo se convierta en una bola de fuego tienen que darse una serie de casualidades, como que haya un derrame de gasolina y que se prenda fuego con algo mucho más fuerte que una cerilla o un cigarrillo. Aun así, en la mayor parte de los casos el vehículo no explotaría, sino que se incendiaría, y de haber una deflagración sería pasado ya un tiempo desde que comenzara el fuego.

En el espacio no hay sonido

Estamos tan acostumbrados a escenas de películas como 'La guerra de las galaxias' o 'Star Trek', en las que las batallas entre naves provocan alguna que otra explosión, que muchas veces nos olvidamos de que en el espacio el ruido no se propaga tal y como lo conocemos. Aunque la NASA ha demostrado que en el espacio sí hay sonido, éste es imperceptible para el oído humano y por tanto los zumbidos de las naves y de los disparos no se escuchan.

El Tiranosaurio Rex tenía una visión perfecta

Ni siquiera un clásico como 'Parque Jurásico' se libra de haber enseñado a los espectadores hechos que en realidad no eran ciertos. En la escena en la que el Tiranosaurio Rex ataque el vehículo en el que viajaban los nietos de John Hammond, el Dr. Grant le dice a la niña que esté quieta porque el dinosaurio no podrá verles si no se mueven. Pero la realidad es muy distinta, ya que en 2006 un estudio demostró que el T. Rex no sólo tenía una buena visión, sino que era mucho mejor que la de los humanos e incluso los halcones.

Los silenciadores no silencian

Gracias a Hollywood nos hemos creído que con un simple silenciador una persona puede inhibir casi por completo el sonido de los disparos de un arma. Pero eso no es así. Aunque estos pequeños tubos pueden reducir el sonido en unos 30 decibelios, el sonido del disparo seguirá escuchándose desde varios metros de distancia.