Son muchos los que se refieren a ella como la versión polaca de 50 sombras de Grey, no obstante, no son precisamente las abundantes escenas de sexo las que han hecho que 365 días salte a la fama. A pesar de que la película ha logrado alcanzar el primer puesto de lo más visto de Netflix en España, las altas dosis de machismo de su trama no la han hecho estar exenta de polémica. Tanto es así que ya ha habido movilizaciones en incluso hay una campaña de recogida de firmas en change.org para que sea retirada de la plataforma en streaming acusada de normalizar el secuestro y de perpetuar la cultura de la violación a través de un argumento en el que también se le achaca romantizar el abuso sexual o el síndrome de Estocolmo.

Las críticas tampoco se han hecho esperar en Canarias donde varias entidades han mostrado su rechazo hacia una producción que, más que prohibir o eliminar, consideran que tiene que servir para visibilizar una realidad que aún sigue presente y ante la cual aún queda mucho trabajo por hacer. "Con películas como esta se desmonta el espejismo de la igualdad y también del propio concepto del amor", asegura Nayra Marrero, portavoz de la Red Feminista de Gran Canaria que aglutina a más de una quincena de asociaciones.

Esta afirmación se cimienta en la adaptación de la novela 365 DNI, la primera de una trilogía escrita por Blanka Lipinska, que ha sido llevada al cine bajo la dirección de Barbara Biatowas. En ella se narra la historia de Massimo Torriceli (Michele Morrore), un mafioso italiano que se obsesiona con Laura Biel (Anna Maria- Sieklucka), una ejecutiva polaca a la que decide secuestrar durante 365 días, periodo tras el cual dejará libre si no se enamora de él. Esto, sumado a la constante imposición de órdenes por parte del protagonista hacia la joven y de un lenguaje en el que no faltan frases como: "no haré nada que tú no quieras", "a veces hay que forzar el destino" o "vas a ser mía y entonces haré contigo lo que quiera y cuando quiera", entre otras, encendieron las alarmas.

"La película es una auténtica perversión", asegura Kika Fumero, directora del Instituto Canario de Igualdad (ICI), en alusión a la imagen que se pretende dar de capacidad de decisión que en realidad no tiene el personaje femenino. "Te la pintan como rebelde y valiente, con carácter porque cuando una mujer dice lo que quiere, es que tiene mal genio; pero después lo que se ve es cómo ella va siendo 'domada' por él, trasladando esa imagen de sumisión de la mujer que no es capaz de resistirse a ningún hombre que la mire y menos si es guapo", señala.

Infantilización

Desde su punto de vista también se promueve la cultura de la violación ya que "le dice que no hará nada que ella no quiera, como si eso no fuese lo obvio, pero a la vez la observa cuando duerme, le toca el pecho o le roza los labios sin su permiso, es decir, se exalta la penetración como única forma de relaciones sexuales y de abuso", critica. Asimismo, Fumero cree que 365 días hace una "apología de la pederastia" al considerar que la actriz está infantilizada tanto por su físico como por el guion en el que ella llega a reconocer que él "la hace sentir como una niña".

A pesar de todo ello, para la directora del ICI este tipo de películas "terminan calando" porque venden un amor romántico popularizado en el que un chico fuerte y valiente siempre rescata a la chica. "Se está trasladando un concepto de amor tóxico y en este caso, además, se le da una connotación romántica a una obsesión y al acoso". Aún así, Kika Fumero no es partidaria de que se prohiba la película. "Deberían sacarla del género romántico y del acceso a menores, pero no quitarla. Lo que hay que hacer es 'desenmascararla' públicamente, hacer presión mediática y que salga a la luz la aberración que promueve y hacer pedagogía a través de esa crítica", asevera.

Nayra Marrero tampoco cree que eliminarla sea la solución. "Creo que es más interesante la crítica que ha generado y que se establezca otra mirada, que eliminarla", asegura la portavoz de la Red Feminista Gran Canaria para quien es importante que "se construya una mirada crítica social que permita ser capaz de descartar el mensaje y no la película". En este caso, Marrero asegura que el film traslada "topicazos" de una parte de la cultura que sigue presente. "Es una mezcla de Pretty Woman, La bella y la bestia y de porno sin imágenes explícitas que perpetúan la sumisión de la mujer y la conquista del hombre. Dinámicas que también se dan en la sociedad y que tienen consecuencias negativas", apunta antes de señalar que lo positivo es que cada vez son más las personas que tener una mirada crítica ante esto, así como cada vez desde la cultura se replican este tipo de conceptos.

En esta línea, la directora de cine y delegada de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), Alba González de Molina, señala que "no hay que olvidar la capacidad del relato audiovisual como constructor de la identidad. Los más jóvenes tienden a tener como referentes a personajes ficticios de películas", por lo que "es peligroso seguir perpetuando esta visión sesgada, machista y violenta de la realidad. Y más grave aún, que se sigan financiando y que se encuentren en espacios accesibles a todos los públicos". De ahí que desde CIMA promuevan la eliminación de estereotipos y roles sexistas, para construir un cine desde una mirada plural y diversa, donde todas las realidades se sientan respetadas y representadas.