El Grupo Municipal Socialista (GMS) de Alicante va a presentar al próximo pleno una declaración institucional para que el Ayuntamiento de Alicante encomiende a la Concejalía de Cultura la creación de un gabinete de trabajo para la organización de una conmemoración del 220 aniversario de la Real Expedición de la Vacuna del doctor Balmis, que se cumple el próximo año. Para ello se reclama que se cuente con los expertos de nuestra ciudad en el ámbito médico, científico y académico, así como los agentes sociales que se consideraren relacionados con este relevante hecho.

El portavoz Paco Sanguino considera que dadas las circunstancias extraordinarias en las que vivimos por la pandemia de coronavirus, “consideramos especialmente importante no olvidar la relevancia universal de la Expedición del doctor Balmis por lo que proponemos una conmemoración extraordinaria”.

En 1798, el médico inglés Edward Jenner había logrado una vacuna para la viruela que si bien se había comenzado a aplicarse de forma masiva en Europa, no se había conseguido que esta vacuna pudiera alcanzar otros continentes para poder ser erradicada totalmente. Solo cinco años después del logro de Jenner, en noviembre de 1803, el rey Carlos IV decidió apoyar la expedición filantrópica de la historia, la Real Expedición Filantrópica, también conocida como Expedición Balmis, para llevar la vacuna contra la viruela a ambos lados del océano.

Sanguino explica que “no creamos que fue tan fácil para el rey porque previamente y como ahora, también había ‘negacionistas’ de la vacuna, como el destacado reverendo cristiano de Londres, Edmund Massey, convencido de que la vacuna y otros procedimientos sanitarios se oponían a los designios de Dios. Sin embargo, todos sus argumentos acabaron en la basura de la historia y el éxito de la vacuna en el siglo XIX fue absoluto”.

El médico alicantino seleccionó a 18 niños de los orfanatos de Santiago de Compostela y a otros cuatro de los hospicios de Madrid inoculados con la supuesta viruela bovina. De esta manera el médico Francisco Javier Balmis, con la ayuda de su colega José Salvany y de la enfermera Isabel Zendal, logró una proeza técnica: mantener la vacuna activa durante viajes transoceánicos y conseguir un remedio para una enfermedad que había provocado más de 60 millones de muertes solo en Europa en el siglo XVIII.