El sector olivarero de la provincia de Alicante se enfrenta a la amenaza de una nueva campaña marcada por las pérdidas económicas. Los bajos precios del aceite derivados de los excedentes de producción, así como la discriminación que en materia de ayudas comunitarias sufren los cultivos de esta zona frente a otros enclaves como Andalucía, propician que, al menos de momento, no se estén pudiendo cubrir ni siquiera los costes de la recolección y mantenimiento de los cultivos. La cosecha, por otro lado, tampoco va a ser para tirar cohetes, toda vez que se va a situar alrededor de un 60%, lo que supone poco más de 40 millones de kilos.

Los productores de aceite de la provincia de Alicante han arrancado la campaña con unas previsiones parecidas a las del año pasado. Los precios, aunque han experimentado una ligera mejora, continúan moviéndose en niveles muy bajos, de apenas 30 céntimos el kilo de aceitunas. Se trata de una cifra que supone casi la mitad de lo que se pagaba en 2018, y que se encuentra muy lejos de los 70 céntimos que llegaron a abonarse un año antes. La consecuencia tanto para los productores como para los propios agricultores es que de nuevo no se están pudiendo cubrir los gastos de recolección y mantenimiento de los campos. El problema es tal que incluso se está poniendo en peligro la continuidad de algunos cultivos, principalmente los situados en las zonas de montaña, escarpados y de menores dimensiones y que presentan más dificultades a la hora de la recogida de las aceitunas.

Julián Úbeda, agricultor y responsable del sector olivarero de La Unió en la Comunidad Valenciana, explica que, efectivamente, los precios «han registrado un pequeño repunte, pero todavía no llegan para cubrir los costes. Desde agosto han subido entre un 4% y un 8%, y se han situado en unos 30 céntimos el kilo de oliva, lo que en la práctica es lo mismo que nada».

El sector sigue sin cubrir los costes de la recogida. JUANI RUZ

La razón hay que buscarla en los excedentes de producción de los años anteriores, que propician que todavía haya un importante volumen de aceite en los mercados. También, y eso es un problema enquistado pese a las reivindicaciones del sector, la discriminación que en materia de ayudas comunitarias sufren los cultivos de esta zona frente a otras áreas productoras, como Andalucía o Extremadura, donde precisamente se elabora más aceite.

Según Úbeda, «Andalucía recibe de la PAC 900 euros por hectárea, mientras que aquí nos tenemos que conformar con 160 de media, con lo cual nos encontramos que el mercado está distorsionado con dinero público». La razón, añade, hay que buscarla en el método de distribución. «La ayuda está calculada por hectáreas y no por producción, y en base a datos históricos comprendidos entre 1990 y principios de los 2000, cuando además aquí tuvimos años de sequía. La conclusión es que estamos en clara desventaja, puesto que, mientras los olivos de Andalucía producen 120 kilos de aceitunas, en nuestra zona apenas superamos los 30», lamenta.

Con todo ello, lo que se reivindica desde la Comunidad Valenciana y, por extensión, desde la provincia de Alicante, «es que el importe de las ayudas sea el resultado de una media entre las hectáreas y lo que se produce, porque con los parámetros actuales salimos claramente perjudicados».

El representante del sector destaca que, para que el cultivo y la elaboración de aceite resulte rentable, «el precio mínimo de las olivas tendría que ser de 50 céntimos el kilo, porque de otra forma lo que sucede es que algunos agricultores, sobre todo la gente mayor, está dejando perder tanto las cosechas como los propios campos». La única esperanza que se maneja en estos momentos pasa por un progresivo aumento de los precios a lo largo de la campaña, «debido a que en países competidores como Túnez, Italia o Grecia hay muy poca cosecha. De todas formas, no esperamos subidas significativas».

En parecidos términos se expresa Hugo Quintanilla, productor de la firma Señoríos de Relleu y representante de Asaja, quien igualmente expresa sus quejas por la escasa cotización del aceite . «Llevamos una larga temporada de precios muy bajos y, pese a que ha habido un ligero repunte, el sector sigue si poder cubrir los costes de producción y recolección», comenta.

Las almazaras ya trabajan a pleno rendimiento. JUANI RUZ

Quintanilla coincide con el representante de La Unió en que la oliva se tendría que pagar como mínimo a 50 céntimos el kilo, pero sigue sin llegarse a este nivel. «En mi caso -subraya- elaboro aceites tipo gourmet, a un precio más elevado para el público, pero resulta evidente que con estas cotizaciones los márgenes se reducen».

José Miguel Ferrando, de l'Almàssera de Millena, señala que, «tras tocar fondo el año pasado en cuanto a precios, en la presente campaña ha habido una pequeña mejora, pero a todas luces insuficiente». Las consecuencias, en una zona de cultivos abancalados como es la de la comarca de El Comtat, es que «hay oliva que se queda por recoger, porque a los agricultores no les sale a cuenta hacer este gasto. En Andalucía, que es la principal zona productora, la recolección es más sencilla porque en la mayor parte de los casos se trata de grandes extensiones de terrenos llanos en los que la maquinaria puede trabajar con facilidad. Aquí hablamos de zonas de bancales, donde la recolección se tiene que hacer muchas veces de forma manual». También en l'Almàssera de Millena la calidad es el objetivo principal, con el objetivo de ofrecer al producto un valor añadido, «pero, aunque nos ayuda a pagar un poco mejor a los agricultores, nos movemos en márgenes muy estrechos. Con el producto que vendemos al detalle nos defendemos; el problema principal está en los graneles».

Ferrando vincula la baja cotización con la existencia de excedentes en el mercado. «Andalucía -señala- produce el 50% del aceite del mundo y, aunque este año la cosecha de allí no es demasiado elevada, todavía quedan excedentes en los mercados». Otro factor que influye directamente es la competencia de terceros países, donde la mano de obra por la recogida de la aceituna es más barata. «En esas circunstancia -subraya- no podemos competir. Al final se va a conseguir que los campos de esta zona se vayan quedando poco a poco abandonados».

Operación de descarga de aceitunas en la Almazara El Tendre de Elche. ANTONIO AMORÓS

En la Almazara El Tendre de Elche, están pasando por la misma situación. Su responsable, Joaquín Sempere, destaca que «los precios han subido un poco, pero siguen siendo igual de ruinosos para el sector». La previsión, como queda dicho, es que puedan remontar a medida que avance la campaña, «pero la intuición es que no se llegará a los mínimos exigibles para obtener rentabilidad». Sempere, en este sentido, lamenta que se esté pagando lo mismo «que hace prácticamente 50 años, con lo que el sector de la oliva se está hundiendo cada vez más».

A ello hay que añadir que la cosecha en la provincia de Alicante va a ser de un 60%, lo que supone poco más de 40 millones de kilos, por lo que tampoco por este lado se podrán obtener mayores beneficios. Además, la producción va a ser irregular, dependiendo de comarcas. Así, mientras en las zonas situadas más al norte, como El Comtat, l'Alcoià, las Marinas y parte de l'Alacantí, se llegará a un 70%; en el Baix Vinalopó, apenas se alcanzará el 40%.

La escasez de lluvias en los meses previos al inicio de la recolección, por otro lado, han propiciado una maduración precoz de las aceitunas, provocando consecuentemente que también se haya adelantando el inicio de la campaña. Desde el sector, con todo, se indica que esta circunstancia no afecta al rendimiento de los frutos, y que tampoco hay una incidencia notable de plagas como la mosca, por lo que la calidad del aceite no se verá afectada.

Olivas camino del prensado. antonio amorós

La crisis del coronavirus hace caer las ventas

La crisis provocada por el coronavirus está teniendo impacto en las ventas de aceite, debido tanto a la caída de la actividad en la restauración, como también a la bajada de turistas. El sector está apostando cada vez más por la calidad y los productos gourmet, como lo demuestran los premios obtenidos por diferentes productores de la provincia de Alicante, o iniciativas como el aceite de los olivos milenarios de los valles de Seta y Travadell, que además persiguen el mantenimiento de estos imponentes ejemplares.

Sin embargo, tanto las ventas del aceite al uso como las de alta calidad se han visto afectadas debido a que la afluencia a los restaurantes y a las tiendas especializadas se han resentido de forma considerable desde el inicio de la pandemia.

Recolección de aceitunas de olivos milenarios en los valles de Seta y Travadell. juani ruz