Los expertos animan a las pymes a diseñar estrategias de propiedad intelectual propias

Este viernes 26 de abril se celebra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual y su conmemoración pone sobre la mesa cada año la implantación que hacen las empresas sobre esta figura jurídica de amplio espectro. Alicante es un territorio especialmente sensible a la materia, porque como ciudad que alberga la EUIPO (Oficina de Propieda Intelectual de la Unión Europea) lleva tiempo liderando este debate.

El Foro + Europa, organizado por el Club INFORMACIÓN, Casa Mediterráneo y la EUIPO en colaboración de la Universidad Miguel Hernández, ha puesto de relevancia las fortalezas y debilidades ligadas a la defensa de todos los elementos susceptibles de ser protegidos dentro de las empresas.

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En primer lugar, los expertos que han protagonizado el encuentro han coincidido en señalar la necesidad de que las pymes integren estrategias a medida para el desarrollo de sus negocios. El panel ha estado compuesto por la jefa de servicio del departamento de Operaciones de la euroagencia con sede en Alicante, Elisa Zaera Cuadrado; la profesora titular de Derecho Mercantil y directora del Máster en Propiedad Intelectual e Innovación Digital de la UA, María Pilar Montero García-Noblejas; y el co-CEO y socio fundador de Padima, Iván L. Sempere. Durante la charla se ha expuesto un análisis coincidente en las ventajas asociadas y contrastadas de la propiedad intelectual. Los datos respaldan esta conclusión.

Elisa Zaera ha enumerado algunos puntos como que el «98% de las pymes que tiene PI declaran más ingresos y salarios más altos»; sin embargo, ha lemantado el escaso uso que realizan las pequeñas empresas en nuestro país. De ahí que todos incidieran en la necesidad de seguir promoviendo foros y acciones encaminadas a mostrar los beneficios de proteger aspectos como la exclusividad, la reputación y el apoyo financiero. «No podemos bajar los brazos y tenemos que estar continuamente incentivando», ha añadido la responsable de la EUIPO.

En esta línea, Iván Sempere ha apuntado como clave un análisis previo para tener unos resultados productivos, en referencia a qué se protege, cómo y dónde, «pues no todos los países lo aplican igual». El cofundador de Padima, uno de los despachos líderes en PI, ha realizado una aproximación muy pragmática y la ha ligado al alto nivel de creatividad existente en la Comunidad Valenciana. «Es importante la confianza de los empresarios. Cuando uno tiene confianza, sí decide proteger sus productos o marcas o diseños», ha señalado.

Para llegar a este fin, la directora del Master ha defendido como fundamental la formación en el más amplio sentido. «Hace falta más conocimiento y poner en valor ambas. Hay camino hecho, pero tenemos que incidir sobre esta materia y en el valor también que tienen los expertos», ha asegurado.

El director de INFORMACIÓN, Toni Cabot, que ha moderado el encuentro, ha incluido en esta ecuación la incidencia de la inteligencia artificial y la tecnología. Aunque Europa ha dado prioridad a la legislación en la materia, como bien recordó Pilar Montero, los juristas y los jueces ahora trabajaran en mejorar la normativa y adaptarla. La polémica sobre las limitaciones impuestas fueron contrarrestadas con la necesidad de contar con «leyes sólidas» en cualquier caso y más cuando el uso de la tecnología es cada vez más alta. Iván Sempere ha puntualizado que «ahora es extraño encontrar una patente que no incluya algo de software» y también ha recordado el avance que se ha hecho para que se puedan registrar marcas sonoras, de colores y otros elementos asociados a la digitalización.

Como contrapunto al avance, Elisa Zaera ha alertado del uso que se pueda hacer. «Ojo con el chat GPT y otros usos en documentos públicos», pero al mismo tiempo ha querido romper una lanza en favor de su empleo. «Desde la EUIPO estamos trabajando en herramientas que nos puedan ayudar a identificar imágenes o de traducción para ahorrar costes», ha indicado.

Novedad pegada al territorio

Además de la tecnología, la euroagencia trabaja en incorporar a su catálogo de servicios la protección de las indicaciones geográficas acotadas a los productos artesanales e industriales. Su próxima entrada en vigor plantea un nuevo círculo de protección ligada más al territorio y a valores colectivos. Para la responsable de la oficina de la UE, se trata, sin duda, de una «oportunidad». «Frente a la exclusividad asociada a las marcas, la IG es un derecho de colectividad. Permite proteger a los productores de las falsificaciones», ha comentado. También ha puesto el acento en los beneficios ligados al desarrollo local y regional. «Permite proteger el patrimonio y podemos hablar de sostenibilidad cuando pensamos en los productores», ha añadido.

Para ampliar esta idea, la profesora de la UA ha resaltado que se trata de «un derecho especial que tiene muchas particularidades y muy social. Para España va a ser muy importante y también para la Comunidad Valenciana». Entre los ejemplos se ha citado el valor que supone una ruta del vino o para poblaciones como Jijona contar con ese amparo respecto a una manera específica de producir.

Elisa Zaera no ha dudado en calificar de «incentivo» esta figura, «porque los estudios indican que los consumidores están dispuestos a pagar entre un 20-50 % más por un producto artesanal protegido por Indicación Geográfica (IG)».

Por último, se ha expuesto el binomio de diseño y marca. Padima es uno de los despachos que más diseños registra en la Unión Europea. Iván Sempere, cofundador junto a Eva Toledo, ha explicado que «los dos se alimentan». El empresario y experto en la materia ha incidido en que es más importante, en su opinión, poner el foco en el impacto.

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«Hay marcas tan renombradas que las van a elegir. A mí me gusta pensar que son vasos comunicantes, porque con más diseño, más crece la reputación de marca. Esta es fundamental, pero el diseño la alimenta», ha señalado. Para Sempere, «si pensamos en algunas marcas de producto de moda, las empresas cuidan la calidad de sus diseños y los protegen. Su reputación sube. Hay una simbiosis».

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«Hay que saber como interaccionan. Hay que saber hacerlos bailar para buscar la eficiencia», concluyó para reiterar su propuesta de que las estrategias deben ser personalizadas y medidas de acuerdo también con los objetivos que se planteen.