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Adiós a Urbanika, uno de los iconos de la burbuja inmobiliaria en Alicante

El holding impulsado por Ortiz y Bancaja para desarrollar el frustrado plan Rabasa inicia su liquidación

Los terrenos sobre los que debía ejecutarse el polémico Plan Rabasa, con miles de viviendas. | Rafa Arjones

Aunque durante años muchos han señalado al edificio In Tempo de Benidorm como el principal icono del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en la provincia, lo cierto es que pocos proyectos resultan tan ilustrativos de los excesos que se cometieron en el urbanismo alicantino como Urbanika: el holding que en su día crearon Enrique Ortiz, la inmobiliaria Espacio y la extinta Bancaja con el propósito de impulsar la urbanización de millones de metros cuadrados de terreno en distintas partes de la provincia, entre ellos los que debían dar lugar al frustrado y polémico Plan Rabasa.

Después de 14 años acumulando pérdidas, y tras llegar a la convicción de que la empresa ya no es viable, los actuales accionistas de la firma -entre los que ya no está la desaparecida caja de ahorros ni sus herederos, pero sí mantiene una participación significativa el Grupo Cívica- han decidido iniciar la liquidación ordenada de la sociedad.

Un proceso que no se anticipa nada sencillo, sobre todo por los casi 473 millones de deuda que entre capital e intereses el holding mantiene con la Sareb, según recoge en sus propias cuentas, y que el también llamado banco malo tiene judicializados. Es decir, sobre los que ya ha pedido la ejecución de hipotecas y avales, o ha presentado las pertinentes reclamaciones, según confirman desde la sociedad presidida por Javier García del Río.

El importe de la deuda es sólo una muestra de las cifras absolutamente excesivas que la compañía llegó a manejar desde su constitución, o, mejor dicho, desde su refundación. La sociedad fue creada por Enrique Ortiz en 2003 bajo el nombre de Deproinmed y no fue hasta 2009 cuando el empresario alicantino decidió utilizarla como cabecera del nuevo holding que constituyó junto a Bancaja; su filial, el Banco de Valencia; y la inmobiliaria Espacio, y que pretendía convertir en la mayor gestora de suelo de la Comunidad.

La compañía ejecutó aquel mismo año y el siguiente varias ampliaciones de capital, que los socios completaron mediante la aportación de diversas participaciones en otras firmas del sector, propietarias todas ellas de terrenos o proyectos de urbanización. De esta forma, en apenas dos ejercicios el volumen de activos de la compañía pasó de los 66,7 millones de 2008 a nada menos que 1.282,7 millones de euros. Un auténtico gigante con pies de barro, como más tarde se vio, ya que las valoraciones con que se hicieron aquellas aportaciones de capital se desinflaron rápidamente, en la misma medida en que lo hacía la burbuja inmobiliaria.

Aunque la firma nació cuando el castillo de naipes del ladrillo español ya se estaba desmoronando, sus impulsores siempre pensaron que los precios se recuperarían pronto y que la recalificación de los terrenos que tenían les devolvería su inversión con beneficios.

No ocurrió nunca. El desplome del sector fue de tal magnitud que en 2011 Urbanika se vio obligada a declarar una pérdidas contables de 447 millones, tras devaluar el valor de sus activos. Más tarde, la anulación del Plan Rabasa acabó por frustrar cualquier posibilidad de remontada, aunque otros proyectos sí lograron salir adelante.

De hecho, desde 2009 la firma ha presentado números rojos todos los años, con unas pérdidas totales en este periodo de 843 millones de euros. Un tiempo en el que, además, han ido saliendo del accionariado las entidades que heredaron el negocio de Bancaja o la propia inmobiliaria Espacio.

Las pérdidas acumuladas han provocado que en 2020 los fondos propios de la firma se situaran por debajo del 50% del capital social, con lo que entró en causa de disolución, según se recoge en las últimas cuentas depositadas por la compañía en el Registro Mercantil. Ante la disyuntiva de realizar una nueva ampliación de capital o liquidar la compañía, finalmente los socios han optado por esta última alternativa.

Una decisión que también encaja con la estrategia de los hijos de Ortiz para dejar atrás la etapa más polémica del grupo -aunque oficialmente solo conserve ya una participación minoritaria- y relanzar la imagen de Cívica, desde que empezaron a hacerse cargo de los negocios familiares.

Ni las miles de viviendas proyectadas ni Ikea

Además de las más de 13.000 viviendas que estaban proyectadas, el Plan Rabasa también incluía un espacio para la construcción de un centro de medianas superficies y el que iba a ser el primer establecimiento de la cadena sueca Ikea en la provincia. Tras desestimarse el Plan de Actuación Integrada, los promotores trataron de ejecutar al menos la llegada de la multinacional del mueble a través de una Actuación Territorial Estratégica (ATE), que también acabó rechazada, frustrando así otro de los grandes negocios de Urbanika. Aunque Ikea siempre ha sostenido que continua interesada en abrir en Alicante, de momento solo tiene una tienda de pequeño formato ubicada en el centro comercial GranVía.

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