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Bienvenido Mr. Marshall, edición 2022

Bienvenido Mr. Marshall, edición 2022

Todos recordamos esa imagen de la mítica película de Berlanga: los habitantes de Villar del Río esperando el Plan de Recuperación Europea que traía la delegación americana. Cuando llega el día y todo está listo para recibir este dinero que tanta falta hace, la comitiva americana atraviesa el pueblo en grandes vehículos sin detenerse siquiera ante la decepción e incredulidad de los que tanto habían esperado este maná.

¡Qué sorpresas del destino! .... Una película rodada en blanco y negro en 1953 puede resumir con tanta sorna lo que está pasando con el turismo y los fondos europeos setenta años después.

Lo poco o mucho que conocemos desde que se puso en marcha el Mecanismo Europeo de Recuperación nos anuncia que el turismo vuelve a ser el sector económico más perjudicado por la gestión pública.

Ya lo ha sido en toda la pandemia. No podemos olvidar que no se ha trabajado en un plan de ayudas específico para el sector, a pesar de ser el más afectado por las restricciones tomadas y durante un mayor tiempo. Fuimos los primeros que entramos en la crisis del covid y somos los últimos en salir de ella, por nuestro propio modelo productivo basado en un contacto de personas.

Se cerraron nuestras empresas, se cerraron fronteras, se impusieron cierres perimetrales absurdos y se abandonó a miles de empresas y trabajadores a su suerte. Colaboramos en todo lo que había que colaborar como sector serio y riguroso y preocupado más que nadie por la seguridad. Pero la Administración pública tiene una responsabilidad que asumir y debía y debe preocuparse más por su primera industria.

El turismo ha sido un sector desoído en toda la gestión de la pandemia. Y ahora que llega el turno del reparto de fondos europeos, nos encontramos con una distribución caprichosa, sin criterio, y, desde luego, que no va a transformar ningún destino ni ningún producto turístico en España a la vista de lo conocido y publicado hasta ahora.

Primer error en mi opinión: destinar el 80% de los fondos a entes públicos, llámense autonomías o municipios. Ni siquiera tienen estructura ni marco legal de actuación para ejecutar estos fondos. No me equivocaré mucho cuando digo que una gran parte de los proyectos se van a perder en la burocracia administrativa que no sólo no ha disminuido en la crisis, sino que no ha parado de crecer. Tenemos una Administración pública parapléjica y paralizada y los responsables del Ministerio todavía no se han dado cuenta.

Segundo error: hacer creer, y así llevarlo a la práctica, que cualquier municipio puede optar a fondos de turismo. No puede ser así. En el reparto de los fondos de turismo hay una línea que separa qué municipios pueden entrar y cuáles no. Pueden ser muchos criterios los que se apliquen, pero, desde luego, la correlación entre plazas turísticas (hoteles, apartamentos legales y campings, esto es la INDUSTRIA) y número de habitantes tiene que estar en una proporción máxima de, por ejemplo, cinco. Máximo diez habitantes por plaza turística reglada. Un municipio de 100.000 habitantes debe tener al menos 20.000 plazas de industria turística para optar a estos fondos.

Este objetivo, además, podría contribuir a sacar de los lodos de la economía sumergida a un montón de oferta de alquiler vacacional que explota de forma completamente alegal.

Y no hay discriminación: Que los municipios turísticos tienen un déficit de financiación histórico es algo que hemos puesto en evidencia desde hace mucho tiempo. Y estos fondos europeos no sólo no han paliado esta injusticia, sino que, con un reparto discrecional, sin líneas objetivas, sin posibilidad de recurso y sin ningún tipo de control, han resultado excluidos sin más. Sin explicaciones y sin criterios.

Si volvemos a la base, al espíritu de los fondos europeos, nos tenemos que centrar en la transformación del modelo turístico.

A mí que alguien me explique qué modelo turístico tiene que transformar un municipio con una población de 70.000 habitantes con 600 plazas hoteleras, que son usadas mayormente por los comerciales de la zona industrial. Pues ninguno, pero en la tómbola de los fondos europeos les han caído 3 millones de euros en el primer reparto. El Gordo nunca mejor dicho. Que lo van a usar para mejora paisajística, carril bici, mejora de alumbrado y embellecedores de elementos públicos. Vamos, que los habitantes estarán encantados, pero esto de transformación de modelo tiene lo que tengo yo de jugadora de baloncesto.

Yo no estoy diciendo que no puedan avanzar en su pequeñísima aportación al turismo de esta Comunitat, pero desde luego que no lo pueden hacer a costa de las necesidades de muchos otros municipios que sí que viven del turismo como única fuente de ingresos. Y no lo pueden hacer con cargo a estos fondos.

No conozco mejor forma de transformar un modelo turístico que empujar a las empresas a la inversión integral de sus establecimientos acompañado de actuaciones de escena urbana y servicios públicos. Así se han transformado, por ejemplo, modelos como Málaga, con muchos años de trabajo, pero que en otros casos podría acelerarse con cargo a estos fondos.

No llegamos a entender por qué no se ha trabajado en un PERTE para el sector hotelero español. Un PERTE que inyecte dinero directamente a la empresa privada para que reforme integralmente su oferta. Que eleve la calidad y el servicio del producto. Que a la vez mejore la formación y capacitación del personal. Que prepare un futuro sin estacionalidad, con turismo todo el año. Que permita una revolución laboral y una tecnificación de procesos.

Y un segundo PERTE, además, específico para destinos turísticos maduros: aquellos que llevan infrafinanciados desde los años de la película de Berlanga y que puedan acceder a fondos extraordinarios que transformen en tiempo récord su escena urbana: movilidad sostenible, rehabilitación de espacios públicos, nuevos atractivos turísticos, servicios de calidad para los turistas.

Esto tendría que haber sido el inicio y el núcleo fundamental del Ministerio de Turismo si hubieran consultado y estudiado el sector. Pero lo que conocemos hasta ahora nos va a llenar algunos pueblos y ciudades de España de carriles bici, iluminación solar, antenas wifi, que está muy bien, pero que van a ser usadas por sus residentes y que no van a transformar ningún modelo turístico.

Mientras, en Benidorm, ciudad en la que escribo esta columna, tenemos 87.000 plaza turísticas, 16 millones de pernoctaciones anuales, y un palacio de congresos a medias con un centro cultural que lleva en obras desde hace quince años. Cero euros de fondos europeos y un anuncio de plataforma tecnológica que todavía no pasa de categoría fantasma. El Escorial tardó 20 años en construirse y ha dado origen a un refrán desde 1563. Ahí lo dejo.

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