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La brújula para salir de la tormenta

La brújula para salir de la tormenta

Que la crisis económica desatada por la pandemia iba a afectar negativamente en nuestra provincia era algo evidente, máxime por el gran peso de algunos de los sectores más perjudicados, y desgraciadamente ya se ha materializado de la manera más sangrante para nuestra economía: con la destrucción de un importante número de empresas y, con ello, los miles de puestos de trabajo que generaban.

La provincia de Alicante, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, ha perdido 858 empresas, un dato muy preocupante para el desarrollo de nuestro tejido productivo a corto, medio y largo plazo. Desde hacía seis años este indicador no descendía, pero esta tendencia se ha roto. Probablemente muchas de esas empresas que han tenido que cesar su actividad eran empresas familiares, puesto que el 92% de las empresas que constituyen el tejido productivo de esta provincia lo son.

Creo que lo primero que debemos tener todos claro es que las fuerzas productivas de la sociedad son los creadores de riqueza de un país, aquello que posibilita un medio de vida a la población y que genera, vía impuestos, los recursos para mantener nuestro Estado de bienestar. Si no se crean empresas y empleo, es imposible mantener y mejorar las condiciones de vida para todos, sobre todo, de una manera sostenible y responsable (no a base de incrementar un endeudamiento suicida que comprometa injustamente las oportunidades de futuras generaciones).

Llegados a este punto, y a pesar de los datos, que hay que analizar de forma realista, yo soy optimista. Como he dicho en reiteradas ocasiones, creo firmemente en las posibilidades de las personas que conforman nuestro territorio. Pero para salir de esta «tormenta perfecta» en la que nos encontramos y recuperar empresas y empleo, un buen capitán debe saber utilizar la brújula y saber dónde está el Norte: fomentar el crecimiento económico, la creación de empleo y la mejora de la productividad y la competitividad.

Es necesario disminuir (y, por tanto, en ningún caso aumentar) el esfuerzo fiscal que empresas y ciudadanos están soportando en forma de impuestos directos. No hay que confundir presión fiscal (impuestos sobre PIB) con esfuerzo fiscal (impuestos sobre renta per cápita). Éste último mide la verdadera situación en la que nos encontramos y que se sitúa un 8% superior al promedio de la UE. Recientemente el Gobierno alemán, presidido por el socialdemócrata Olaf Scholz (reitero que estas cuestiones no deberían ser un tema de partidos sino de la búsqueda de la mejora para todos de forma sostenible, que es lo que realmente valoramos las personas) ha anunciado una rebaja de impuestos de más de 30.000 millones de euros para pymes y familias, además de pedir la máxima austeridad a sus ministros. No podemos incrementar las cifras de empleo a base de aumentar puestos en las administraciones. Evidentemente eso no es sostenible.

Es imprescindible fomentar el aumento de tamaño de nuestras empresas. Las cifras hablan por sí solas. Como leía en un reciente artículo publicado por el diario INFORMACIÓN, de las 144.573 empresas activas en nuestra provincia, sólo 5.502 cuentan con una plantilla superior a los diez empleados, es decir, más del 96% no superan esa cifra. De hecho, más de la mitad (55%) ni siquiera tiene empleados. Evidentemente, este hecho lastra nuestras posibilidades de competitividad, de inversiones en innovación, internacionalización y mejora de las condiciones de trabajo. Y para paliar esta situación es necesario poner facilidades y, sobre todo, eliminar y no incrementar las trabas administrativas y laborales existentes, que no garantizan ningún derecho adicional, pero son fuente de conflicto.

Otra cuestión importante en este tema, teniendo en cuenta el peso de las empresas familiares en nuestra economía, es fomentar su longevidad, pues el tamaño llega con el tiempo. Para ello es fundamental acometer una buena transición por parte de las familias empresarias, planificando la sucesión y formando adecuadamente a las nuevas generaciones, y que se apliquen las bonificaciones en sucesiones y donaciones a todas las empresas, independientemente de su facturación, pues se trata precisamente de mantener el empleo también en aquellas que logran un tamaño mayor.

Vamos a seguir moviéndonos en un entorno altamente volátil que, desde las empresas familiares, debemos encarar con responsabilidad y prudencia, esforzándonos en realizar una transformación para intentar mitigar nuestro grave problema de baja productividad, incrementado ahora por las bajas laborales continuas provocadas por la sexta ola de contagios, y optimizar al máximo nuestra competitividad. El reto es importante.

La visión continuista del empresario familiar, que busca poder traspasar su actividad de generación a generación, da estabilidad a nuestro entorno económico y social. La desaparición de empresas en nuestra provincia es un dato preocupante, que nos obliga a estar en permanente alerta. Tenemos la brújula en la mano y, por ello, desde AEFA continuaremos exigiendo el apoyo de las administraciones al tejido productivo de esta provincia y reivindicando la necesidad de que los fondos europeos Next Generation lleguen a todas las empresas alicantinas, porque no podemos dejar escapar esta oportunidad.

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